Dime cómo salgo de ti
si lo único que quiero
es hacer de tu cuerpo mi hogar.
Dime qué hago
para dejar de buscarte en todas las canciones,
para poder ver una película sin verte,
para leer un libro sin sentirte en cada pasaje.
Dime qué hago
con todo lo que quiero decirte,
más que escribirlo;
es decir, más que nada.
Dime cómo te saco de mí,
cómo hago para dejar de pensarte
desde que me despierto hasta que me duermo.
Dime cómo me duermo sin pensar en ti.
Cómo hago para odiarte,
cómo borro tu teléfono
si me sé de memoria el número de tus lunares
y el de tus pecas,
y el número de la habitación
y todo suma siempre 138.
Cómo hago para dejar de quererte,
para sacarte de mí
y que no me importe
y que nada me importe,
para decir que eres como un capítulo
de domingo,
aburrido y sin alma.
Dime cómo hago para no hablar de ti
cuando no hablo con nadie.
Si todos los poemas que escribo
son gritos,
son faros que se encienden
para alumbrarte porque sé que esta luz
es lo que me mantiene unido a ti,
este pacto implícito
de escribir solo para que tú me leas,
solo para que tú me leas.
Dime cómo frenar,
cómo dejar de hacerlo todo por ti,
porque lo hice por ti desde el primer momento,
porque lo hago por ti cada vez que respiro.
Dime cómo hacer para
dejarte,
para alejarme,
para echarte de esta mujer,
dime cómo
si en el mundo
no tengo un quiero más grande
que un mensaje tuyo:
riéndote,
riéndote,
riéndote.