Siempre he estado segura de lo que soy; una Dhri. A través de los años que he vivido, tuve la oportunidad de conocer a muchas de las creaturas fantásticas, sí, esas que tanto fascinan ahí abajo. ¿Qué tienen ellas de especial?
Bueno, no tengo idea. He conocido hadas, gnomos, unicornios, sirenas. Todos ellos tan orgullosos de ser sumamente conocidos en la tierra, pero esas creaturas “mágicas” son muy quisquillosas, no se atreverían a confesar que han ido allá abajo. A ese mundo donde la verdad sólo es aquella que puede ser comprobada.
Yo había trabajados demasiados años en ese servicio. Éramos bastantes los Dhri que nos dedicamos a eso. Se llama “Reincorporación a la vida”. Lo que se hace es enfocarse en un humano en especifico, pero que debe tener ciertas características, por lo general son aquellos que no se sienten complacidos con sus vidas, aunque en ocasiones también están aquellos que dicen tenerlo todo en el mundo, en realidad se trabaja en esos humanos que están pasando por momentos malos, emocionalmente hablando.
Cuando comencé haciendo esto se me advirtió que en ese lugar las creaturas son muy temerosas a lo desconocido, que debía ser cuidadosa y jamás tener un contacto directo con los humanos.
Pero en todos mis años de servicio jamás había conocido a una humana tan especial. Su recuerdo sigue tan intacto en mí. Su nombre fue Caterina, una persona tan frágil y tan optimista a la vez.
Bajé a la tierra porque se me había encomendado la misión, una niña a punto de entrar a la adolescencia estaba sufriendo demasiado, y nadie en su familia le prestaba la suficiente atención. Sus problemas aumentaban y ella continuaba en su lucha por adaptarse, sin embargo no lo conseguía.
Al llegar al lugar donde ella habitaba, me quedé sorprendida. La casa era maravillosa, de color blanco brillante y con muebles que de sólo mirarlos podrías adivinar que habían costado una fortuna. Caterina era una niña realmente tímida, pero con sólo observarla a diario pude encariñarme con ella.
Mi misión consistía en hacerle saber a esa personita que debía disfrutar más de la vida, y que si quería ser feliz, debía acercarse a sus padres e intentar hacer amigos en el colegio.
Por lo general los Dhri hablamos con los humanos cuando ellos duermen, así que intenté ese método con Caterina, pero no funcionó.
Aunque por lo general toda la gente que habita en la tierra es muy susceptible a las señales, Caterina era una persona especial en todos los sentidos.
Yo empecé a sospechar que ella sabía de mi presencia, nunca antes había sentido de aquella manera, el saber que esa niña podría descubrirme me entusiasmaba y me llenaba de miedo.
Los Dhri habíamos sido creados por Yink, el Señor de la bondad. A pesar de que nuestra aldea está habitada por muchos de nosotros, sólo somos pocos los que somos elegidos para hacer el servicio y bajar a la tierra.
Nuestra apariencia es menuda, generalmente se nos confunde con las hadas, pero nosotros no tenemos alas, tampoco poderes. Sería realmente útil poder volvernos invisibles en las misiones en la tierra, pero Yink consideró que la valentía y la responsabilidad eran aún más importantes que un simple poder.
De verdad hubiera deseado ser invisible cuando Caterina me vio. Fue el momento más aterrador de mi existencia.
-Caterina…no, no tengas miedo –Le dije mientras ella aún me observaba con asombro –estoy aquí para protegerte.
-¿Qué eres? –Ladeó un poco la cabeza, su hermoso rostro reflejaba demasiadas dudas -¿Debería tener miedo de ti?
Aquel ser humano era todo lo que un Dhri debía ser; bondadoso, inocente y valiente. Era una verdadera lástima que yo estuviera tan avergonzada de mí misma. Una simple humana me había descubierto. De todas las reglas que existían para mí, yo había roto la más importante.
Pasé unas semanas más con Caterina, después de haberle explicado que jamás la dañaría, ella nunca tuvo dudas de mí. En cambio yo estaba aterrada por lo que podrían hacerme si sabían que estaba teniendo contacto directo con una humana.
Al regresar con los demás Dhri, se me informó que sólo tenía un par de días para completar mi misión. Yo estuve realmente triste, no quería abandonar jamás a aquella niña.
Pero increíblemente Jeya, el Señor de la muerte tenía otros planes para Caterina y su familia. Un día antes de completar mi misión, un Dhri me dijo que el destino de la humana con la que yo estaba era morir en unos meses más.
Yo no podía creerlo, sabía que había un montón de humanos mediocres y malos en la tierra, ¿por qué a Caterina? ¿Por qué debía morir ella?
Sobrepasé cada regla establecida, incluso las de la muerte, yo no podía permitir que persona que más amaba muriera, así que advertí a Caterina de su muerte. Ella me mostró a su madre para que pudiese creerle.
-Sé que esto no está bien, pero debe saber que ustedes morirán si no salen de este lugar, Jeya, el señor de la muerte ha establecido que morirán pronto, ¡deben salir de aquí!
Y así lo hicieron, toda la familia estuvo dispuesta a escucharme, me dijeron que estarían agradecidos siempre conmigo. Y sé que lo están.
Yo por mi parte tuve que regresar al lugar de mi origen, con todos los Dhri. Sabía que se me condenaría, pero si Caterina estaba a salvo, todo habría valido la pena.
Se convocó a Yink, nuestro creador para determinar mi destino. El dijo que jamás volvería a ver a ningún otro ser humano en toda la eternidad, me condenó a estar encerrada por siempre, para que así jamás pudiera intentar volver a la tierra.
Y así fue, yo he cumplido mi condena desde entonces, pero también Caterina lo hizo, ella y su familia fueron asesinados, Jeya se encargó de que ella y su familia cumplieran con su destino.
Justo ahora me pregunto si lo que hice estuvo bien, después de todo soy sólo una Dhri que quiso cambiar el destino de un ser humano. Pero ella era diferente, era buena, de esos humanos que ya no hay.
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