jueves, 14 de enero de 2010

Tamy

Si los sapos se pudieran convertir en príncipes, esto sería diferente.
Tamy siempre fue una persona convencida de que en algún lugar ella encontraría a esa persona ideal -el uno para el otro.
Tenía una idea muy clara acerca de lo que quería para ella, el chico en cuestión debía llamarse Diego, ser extranjero y debía gustarle su grupo favorito de música.
Más que cualidades, ella buscaba eso.
Lo encontró, ¡de verdad lo encontró! Podría parecer algo difícil, considerando que ella vivía en un pequeño pueblo, pero ahí estaba él.
Su Diego, que tanto había pedido, había entrado a la misma escuela que ella, al principio no lo reconoció, pero con el tiempo pudo saber más de él, fue ahí cuando se dio cuenta de que lo había encontrado.

Pasaban semanas, pasaban meses, pero Tamy no podía ni siquiera dirigirle la palabra. Cuando lo veía, sentía una atracción increíble hacía él. Con el tiempo transcurriendo, los sentimientos de Tamy también se desarrollaban, ella sentía que necesitaba de su Diego, y sólo se conformaba con verlo entre clases.
Sus amigos, hartos de la situación, le contaron a Diego de la situación, que Tamy estaba enamorada de él. Pero él no comprendió. La rechazó más de una vez, y para Tamy aquello era lo peor que podría pasarle.

El final de clases era imposible de detener, y Tamy saldría de la escuela, pero Diego continuaría allí, su príncipe no había tenido la oportunidad de conocerla, además Tamy se mudaría a una ciudad, posiblemente ya no tendría oportunidades de verlo.
Pero para Tamy el destino parecía regalarle una oportunidad, por supuesto que no la desaprovecharía, fue en un desfile de su antigua escuela cuando lo vio. Sintió de nuevo que su corazón se aceleraba, los ojos de su Diego, de un color verde muy brillante, esta vez la miraban de manera diferente.

Platicaron por bastante tiempo, para Tamy era como su sueño más grande convertido en realidad. Pero ella tenía que volver a la ciudad y su príncipe se quedaría en su reino, donde pertenecía.
Pasaron más semanas, Tamy estaba desesperada, cada viernes, al regresar de la ciudad, mantenía la esperanza de ver a su Diego, a veces lo veía, a veces no.
Finalmente la espera había resultado, su príncipe la invitó a salir. La cita era en la playa, él le enviaría un mensaje ese mismo día para confirmar la hora.
Pero el tiempo pasaba y Tamy miraba su celular cada minuto, no quería que esa oportunidad se le escapara. A las 5 de la tarde se dio por vencida, su príncipe no acudiría a encontrarse con la que podría ser su princesa.

Ha pasado ya mucho, y Tamy no ha vuelto a ver a Diego, fue difícil para ella, y sigue siendo difícil, cuando regresa de la ciudad ahora ruega para no tener que verlo, sueña la mayoría de las noches con él, aún lo recuerda cada día. Siente que está en todas partes, pero no a su lado.
Aprendió que algunos príncipes, aunque tengan un exterior muy encantador, resultan ser unos verdaderos sapos.

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