Pero entonces pensó: "¡Tal vez quiera conocer algunas montañas distantes!" Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca más aquello con otro pájaro. Y sintió envidia, envidia de la capacidad de volar del pájaro.
Y se sintió sola.
Y pensó: "Voy a poner una trampa. La próxima vez que el pájaro venga, no volverá a marcharse"
El pájaro, que también estaba enamorado, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula.
Todos los días ella miraba al pájaro. Allí estaba el objeto de su pasión, y se enseñaba a sus amigas, que comentaban: "Eres una persona que lo tiene todo" Sin embargo, empezó a producirse una extraña transformación: como tenía al pájaro, sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo, y ella ya no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y limpiar su jaula.
Un buen día, el pájaro murió. Ella se puso muy triste, y no dejaba de pensar en él. Pero no recordaba la jaula, recordaba sólo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes.
Si profundizase en sí misma, descubriría que aquello que la emocionaba tanto del pájaro era su libertad, la energía de las alas en movimiento, no su cuerpo físico.
Sin el pájaro, su vida también perdió el sentido, y la muerte vino a llamar a su puerta. "¿Por qué has venido", le preguntó a la muerte.
"Para que puedes volar de nuevo con él por el cielo -respondió la muerte-. Si lo hubieses dejado partir y volver siempre, lo admirarías y lo amarías todavía más; sin embargo, ahora necesitas de mí para poder encontrarlo de nuevo."
2 comentarios:
que mal... pero esta bien...
Chido lo que escribes...bueno pues see u around too.
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