Las palabras que más me han dolido hasta el día de hoy, son las que mi padre pronunció un día que se enfadó conmigo. Y entendí perfectamente su enojo, pero no pude entender el por qué debía decirme cosas tan hirientes.
A veces me parece increíble como es que las personas cercanas a nosotros son las más capaces de herirnos; tienen tanto poder en sus manos que si eligen hacernos pedazos con palabras lo logran.
Si un extraño se parara en frente de mí y me dijera cosas horribles, ni siquiera le tomaría importancia, pero cuando es alguien que aprecio, me duele demasiado.
Lo peor de todo es que creo que mi papá tiene razón, que soy una sinvergüenza que no tiene idea de qué está haciendo. Un error y ahora soy una desgracia, ¿acaso no cometemos errores todos?, ¿acaso no recuerda como era él cuando era joven?
Si no cometiéramos errores entonces ni siquiera valdría la pena vivir.
miércoles, 25 de diciembre de 2013
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