Ni tu monstruo más grande puede contra las palabras que saldrán de mi pecho en tu honor. Piensa en las noches de desvelo: dormir es para aquellos con temor a no rendir lo suficiente y tu y yo no lo hacemos por temor a dejar de vernos aunque sea por unas horas.
Piensa en los días en los que no te sientes lo suficientemente bueno, y entonces te prestaré mis ojos, porque estoy segura; si te ves en ellos sabrás lo mucho que vales, te verás con una corona y reinarás por siempre en mi corazón. Y de cualquier manera, ¿para qué me sirven a mi si no es para contemplarte? preferiría que fueras tú quien me guiará a tener que olvidar el color de tu piel, el tono de tus pupilas, el sonido de tu voz que me cuenta que a veces ya no puede más.
Y yo, no tengo nada que ofrecer excepto por esta declaración:
convertiré todos tus problemas
en poemas de amor.
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