Estuve esperando, y esperé tanto que en los huesos de mis costillas comenzaron a formarse telarañas, y entre mis dedos crecieron algunas florecillas.
Quisiera poder decirte lo mucho que significaste, a veces, los recuerdos en mi mente se ven borrosos, a veces, mi ansiedad me hace recordar las cosas que no fueron tan buenas, en realidad, creo que solo fue una cosa, pero no quiero hablar de eso.
He estado soñando con Nueva York, contigo y tus labios, con nuestras manos entrelazadas.
Me vuelve loca la espera, hace días me escribiste mientras tu cuerpo estaba intoxicado con alcohol, me pareció romántico al principio, luego lo pensé bien y me pareció casi trágico.
Quisiera que mi mente no estuviera inundada de tanta cursilería y que no le importara un carajo acerca del amor.
Cuento los días para volverte a ver, en mi mente todos los días es 15 de febrero del año que viene y todos los días bailamos la misma canción: en medio de la pista, tú con traje de gala y yo con un vestido (aún no elijo el color) largo y hermoso.
Cinnamon, in my teeth, empieza a sonar y yo descanso mi cabeza en tu hombro, y todo tiene sentido al fin. En mi mente compro un boleto de impulso y te escribo a las 5am para decirte, ¡Sorpresa!
Y luego recuerdo que tengo casi 27 años y ya no puedo vivir de fantasías y metáforas, que la vida real me espera, soy feliz, te lo juro, pero sé que podría serlo aún más si estuvieras a mi lado.
Si no nos separaran kilómetros, y no solo de distancia.
Incluso yo sé que no hago sentido, que no puedo poner tantas expectativas sobre tus hombros. He aprendido, ¿lo sabes, verdad?, es una lástima, porque ahora puedo verlo en todos lados menos en mí, y la espera, ah, la espera me mata todos los días.
Es una maldición y una bendición que estés tan lejos.
Te extraño
te espero
mientras muero.
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