Vivo pensando constantemente en que, en realidad, no sé verdaderamente cuál es la verdad de las cosas. Y es que si nos ponemos a pensar, incluso desde que nacemos, el viaje hacía la incertidumbre es inevitable. Cuando tenía apenas 3 años mi mamá me enseñó a leer y escribir, desde entonces, en mi pequeña mente pensante se formularon un montón de dudas que no he podido resolver, y la principal es: ¿de dónde rayos venimos?
Sí, yo sé, a través de la historia un montón de respuestas han sido arrojadas al mundo, al universo, a mi mente: que si los dioses griegos, que si Dios, que si Alá, que si Jehova, Adán y Eva, una explosión, extraterrestres, evolución y ya...
¿En qué creo?, y sobre todo, ¿cómo puedo creer en algo de lo que ni siquiera puedo estar segura?
Por mucho años creí fielmente en la iglesia, hasta que entré a la prepa, luego a la universidad y muchas verdades fueron arrojadas a mí como un balde de agua fría. Entonces, simplemente dije: no más, soy una mujer de ciencia, la evolución es la respuesta a mis dudas (claramente no era verdad, porque incluso la ciencia no me dice de dónde rayos se generó todo esto).
El caso es que el fin de semana pasado estaba en casa de mi mamá, viendo videos, as always y ¡bum!, algo que jamás en la vida se me había ocurrido se pone delante de mí: La teoría de la evolución es falsa.
¡¿Qué?!, ¿he vivido engañada todo este tiempo?, ¿cómo puede ser?
Así que entro a Google y busco respuestas, y ni siquiera termino de leer los artículos porque me entra una sensación que no me deja en paz: pánico.
¿Qué es verdad?
¿Será entonces que Dios en realidad sí existe?, ¿que lo que no deberían existir son las religiones sino simplemente el amor?
Dios es amor, dicen.
Ay, mi corazón se encoge, e intenta rezar por las noches pero no le sale, ni siquiera sé cómo volver a creer en algo en lo que dejé de creer hace más de 10 años.
El caso es, que estoy más confundida que nunca, pero quiero encontrar respuestas, aunque no las haya, no del todo, sino que dependen...
de mí.
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