Un día le pides al universo por algo sumamente específico, lo escribes en un papel y lo llevas contigo a donde sea que vas. Entonces, aunque tú no lo veas, se empieza a formar una especie de tormenta, y tú estás en medio, y de repente te da miedo, y crees que todo va a salir mal, pero entonces sucede: que estás en el momento exacto donde tu vida cambia para siempre, tú no lo sabes, es la noche final de abril y estás con tus amigos, es una noche calurosa y no tienes ni idea.
El reloj se acerca a las 2 am y dices, bueno creo que es hora de irnos, estás a punto de rendirte y entonces sucede, es solamente una mirada: y el alma lo reconoce, y sabes, simplemente lo sabes: una avalancha cae en algún lugar del mundo, el reloj se detiene por completo, y el resto de la noche pasa en cámara lenta. Son las 2 am y te quedas despierta hasta las 6, aunque sabes que debes levantarte a las 8, no te importa, jamás te habías sentido tan viva.
Un día le pides al universo por un buen hombre, y el universo te responde.
Hace muchísimos años que el sol y la luna se enamoraron, y de ese amor nació una estrella grande, brillante y hermosa. Iluminaba todo a su paso, estaba llena de amor.
Hace 27 años que te formaste de los restos de esa estrella, y él también. Mucho antes de nacer, la historia estaba escrita, y en un viernes, en un último día de abril, conoces a alguien por segunda vez, quizá. No importa, lo que importa es que ya lo encontraste. Ya nada volverá a ser igual.
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