Ok, vamos a hacer un ejercicio y pensar, ¿cuándo fue la última vez que pasaste un día sin tu celular?, hay que ser lo más sinceros que podamos.
Si yo soy honesta, ni siquiera lo recuerdo, quizá fue antes de tener uno, o quizá fue en la etapa donde en vez de un smartphone tenía un pequeñito celular donde solo podía recibir mensajes de texto y llamadas. Y eso fue hace, bueno, bastantes años.
¿Por qué nos cuesta tanto estar lejos de nuestros celulares?
Estos aparatos que nos mantienen en la matrix, viviendo en una realidad controlada, haciendo que nuestra percepción ya de por sí distorsionada, se distorsione aún más.
Recuerdo en la prepa (año 2009), cuando aún usaba mi iPod para escuchar música, conectarme a Facebook y tenía Instagram, que usaba para editar fotos y subirlas, fotos sin sentido, de lo que sea que se me pasara por enfrente. En ese entonces el celular no era tan importante como hoy, de hecho, viví sin WhatsApp hasta 2015 y solamente porque quería hacer planes con mis amigos y esta era la manera más rápida y sencilla.
A veces, o la mayoría del tiempo, quisiera solo borrarme del internet, bueno, no del todo, no quisiera perder este blog, solo irme de instagram, de facebook, de whatsapp y chao, contáctenme vía mensajes de texto o llaméenme, volvamos a los tiempos más simples. Pero siendo realista, no va a pasar. Solo nosotros podemos controlar qué tanto usamos el teléfono, qué tanto estamos conectados a una realidad que no existe, qué tanto pasamos en la naturaleza, observando las nubes o las olas, qué tanto nos "desconectamos" de nosotros mismos para conectarnos a un aparato que cabe en la palma de la mano.
Quizá solo escribo todo esto porque hoy olvidé mi celular en casa, llegué a la oficina y pensé "quisiera solo dejarlo ahí todo el día", pero mi novio no está y quiero ser capaz de hablar con él, y mis alumnos se comunican conmigo ahí, y...
bueno, la lista es infinita.
Adiós por ahora, quizá pronto encuentre la cura a esta adicción a mi celular, quizá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario