La primera vez que morí es un recuerdo bastante pixelado en mi mente, solo recuerdo que tenía aproximadamente unos 4-5 años e iba caminando en la calle Africa de mi pequeño pueblo junto a mis papás, como era una niña con poca paciencia me adelanté bastante, iba casi corriendo y mis papás estaban diciendo mi nombre una y otra vez, tratando de que bajara la velocidad. Pero no hice caso, y como creí que era una niña grande me adelanté aún más, la calle se acabó y tenía que cruzarme a la siguiente, miré atrás, miré a mis papás con cara de preocupación, y luego cruce la calle. Escuché un grito fuerte "JANETH", y luego, un hombre en bicicleta que venía a toda velocidad me alcanzó, por alguna extraña razón recuerdo que ambos salimos volando por los aires, y ¡bum!, chau mundo.
No recuerdo qué pasó después, cómo regresé a la vida, pero sí recuerdo que después de eso tuve un miedo bastante fuerte a las bicicletas, evitaba a toda costa subirme a ellas, y cuando mis amigos me preguntaban por qué no quería subirme, lo sabía cómo explicarles.
El miedo se me quitó apenas hace unos años, cuando mi novio me obligó a subirme a una bici bastante grande y eléctrica además, finalmente me di cuenta de que hasta me gusta pasear y sentir el viento en el rostro, eso sí, siempre hay una voz en mi cabeza que me pide que tenga mucho cuidado y tiene miedo de caerse o atropellar a alguien.
La segunda vez que morí fue en casa de mis papás, no sé cuántos años tenía pero ya había terminado la universidad, y estaba en ese periodo donde no sabes qué harán con tu vida así que te quedas con tu familia por un tiempo.
Recuerdo que fue una noche larga donde no conseguí dormir por más que lo intenté, eran como las 3:00am y finalmente me rendí, salí de mi cama y me fui a la sala donde me acosté en el sillón con la esperanza de poder conciliar el sueño ahí. Me tapé de pies a cabeza con una sábana y esperé, pero nada pasaba, mi cabeza aún estaba pensado y no conseguía descansar, hasta que de pronto tuve una sensación extraña: me dolía el pecho, y era una puzada que no se quitaba y dolía más y más, hasta que algo en mi dijo: te estás muriendo. Primero no lo podía creer "qué forma más tonta de morir", pensé, y luego me resigné, "bueno, al menos moriré en casa de mis papás", sentí entonce cómo mi cuerpo se ponía ligerisimo y yo flotaba arriba de mi cuerpo, chau, me dije a mí misma, luego, aunque parece un cliché, sí vi una luz bastante blanca que lo iluminó todo, y un segundo después volví a mi cuerpo. Falsa alarma, pensé, aún no era mi tiempo, otra vez. Me quedé recostada ahí pensando en la paz de morir, hasta que me quedé dormida.
La última vez que morí fue hace poco, y de nuevo de una manera muy tonta: al cruzar la carretera. Sentí de nuevo como era una niña pequeña y mis papás me gritaban: JANETH, pero esta vez estaba sola, vi un carro gris acercarse más y más a mí y sentí a mi cuerpo volverse una estatua y me quedé completamente paralizada.
Hay algo acerca de la muerte, que siempre me ha asustado, pero luego comprendí que morir solo es parte de vivir, una y otra y otra vez. ¿Cuál será la definitiva?, no lo sé. Sé que hay cosas que te traen de vuelta a la vida instantáneamente. Como hoy, tocando mi jarana y cantando mientras pensaba que un día todo se volverá blanco de nuevo.
2 comentarios:
Carajo, en eso sí estamos en sintonía, ya me he muerto incontables veces entre ellas un perro doberman me correteó y me alcanzó porque me caí, igual me paralicé y pues al contrario de ver la luz y todo blanco, como que todo se volvió oscuro al rededor y sólo vi al perro abriendo el hocico para morderme la cara (le olí el aliento, serían unos 5 centímetros de mi cara tal vez) recuerdo que cerré los ojos y pues ya ni modo, ahí quedé pero no pasó nada, al abrirlos el perro ya estaba regresando por donde vino. Creo que esa fue la ocasión más light la verdad. Yo ya no debería estar en este mundo me cae.
Ay, entiendo perfecto esa sensación de "ya no debería estar en este mundo"
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