En esta
primera semana de universidad he pasado por todas las emociones habidas y por
haber. No sé si las casualidades existen, pero hay algo que me dice que no.
Comenzando
con la gran novedad que me encontré cara a cara con el pasado el primer día,
como un cubetazo de “realidad” que me golpeó con fuerza.
Entonces
sentí tristeza y decepción. Siempre pensando en cómo debieron ser las cosas, en
las muchas oportunidades que tuve de arreglarlo y nunca hice nada.
Después
emprendí la búsqueda de algo nuevo, pensé que tal vez alguien podría ser
sustituto de esa persona y brindarme emociones distintas, mayores, emociones
que opaquen la tristeza que se encuentra en mi alma, y entonces recordé la
frase que dice “No te daré mi corazón, ya nadie
habita ahí”.
Sentía,
como el espíritu se me hacía más pequeño
cada vez que buscaba y no encontraba respuestas, sentimientos, personas.
Y
entonces pasó que algo fuera de mí alcance que hizo que se suspendieran clases,
casi como si la naturaleza me estuviera permitiendo un descanso de mis
emociones. Salí, volví a la normalidad de lo que era, vi a personas que
significan mucho y nada a la vez y ahí, mientras reía como hace mucho no lo
hacía, comprendí que la voz del pasado está en mi conciencia y que nada puedo
hacer para callarla.
Y así se
me han ido los días.
Contemplando
a gente nueva con la esperanza de que alguien se convierta en mi confidente,
con ganas de que las risas que se me escapan por casualidad se queden más
tiempo en mi memoria y deseando que las sonrisas que a veces veo, causen algún
impacto en mí, que me enamoren.
¿Por qué
busco el amor otra vez?
Sería
mejor quedarme sola por un buen tiempo y reflexionar. Yo creo que sí. Mi
corazón pide a gritos un descanso. Pero es que soy demasiado enamoradiza, o más
bien estúpida.
Confío
en que se me va a pasar y que todo va a volver a ser como siempre. Pero ya no
soy quien era, ahora no tengo una idea, ¿en quién me convertí? Ojalá supiera.
No me
arrepiento de nada, solo quiero tomar una decisión y que sea la correcta. ¿Debería
de arriesgarme y tratar de solucionar lo que parece no tener solución? ¿Y si
llego a un callejón sin salida? ¿Y si no encuentro la respuesta que quiero? ¿Y
si…?
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