Una noche más llorándole a mi almohada. Tenía varios días sin llorar, eso es muy raro viniendo de mi. Tengo una necesidad constante de estar en control, de saber que todo estará bien, de ver hacia adelante para planear que las cosas me salgan como espero. Todo me parece un misterio, ya no encuentro respuestas donde antes las hallaba a la primera; todo es territorio desconocido.
Siempre me he jactado de adaptarme a las situaciones muy bien, llevo más de un mes en esta nueva casa y ya desarrollé una rutina que solo varía de vez en cuando: así soy. Necesito un plan que seguir o me pierdo. Necesito la seguridad de que al final del día, tendré todo en orden. Y si por algún motivo mi universo se altera, me pongo ansiosa y me duele el estomago al instante. Como en este momento.
Es de noche y sé lo que sigue en mi rutina: esperar. A que sean las 11, a que sea un nuevo día. A que el sueño llegue y con él al fin descanse de estos pensamientos que me acosan y no me dejan en paz.
Una noche y todas las que faltan aún...
lunes, 29 de septiembre de 2014
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