¿Y si, en otro universo, te merezco?
Escúchame. Está este filosofo de 1890 llamado William James,
y él acuñó esta teoría acerca de “el multiverso”, el cual sugiere que un hipotético
grupo de múltiples universos abarcan todo lo que puede existir simultáneamente.
¿Me sigues? La totalidad de espacio, materia y
energía está sucediendo al mismo tiempo en diferentes líneas: es la
idea de los universos paralelos. ¿Correcto? Así que bien, digamos que el
multiverso es real.
Bueno entonces, tal vez en algún lugar de esos infinitos
universos es uno, o varios en los que te merezco.
Tal vez hay un universo allá afuera –ahora mismo- donde
terminamos juntos y cuando cierro mis ojos por la noche, no estoy soñando en la
manera que una persona normal lo haría. En lugar de eso estoy viendo flashes de
nuestras vidas en el multiverso. No son simples sueños porque te extraño,
¿cierto? Son visiones anacrónicas, científicas.
Por ejemplo:
Tal vez hay un universo donde tomas mi mano mientras doy a
luz a nuestra hija en un cuarto de hospital blanco con flores rosas y peludos
osos de peluche en la ventana. Donde vayamos de vacaciones familiares y posemos
para fotos tontas en nuestros trajes de baño neones en las playas de Los
Ángeles. Donde nos acurrucamos para ver una película cursi al final de un largo
día en nuestra grande y verde casa una vez que los niños se hayan ido a dormir.
Tal vez hay un universo donde somos de mediana edad y
llevamos a nuestra hija a la universidad y discutamos acerca de dónde poner su
vestidor o cuáles posters debería colgar. Donde tú la besas en la frente y dices
adiós y viajamos a casa en un contento y orgulloso silencio, tus dedos
apretando mis nudillos, nuestros anillos de bodas brillando. Donde ambos
tenemos cabello gris y nos reímos y sonreímos y nos abrazamos y tomamos
limonada en el porche.
Tal vez haya un universo donde esa es la vida que tenemos.
Donde no pienso dos veces todo y donde no tengo miedo al futuro o al amor. Tal
vez hay un universo sin todos los ruidos de mi cabeza y el orgullo que me
vuelve fría del corazón, que puedo prender y apagar como una barda de
seguridad.
Tal vez hay un universo donde soy la persona indicada para
ti. Donde adoro cada cosa linda que hiciste por mí sin empezar a resentir nada.
Un universo donde realmente termines con alguien que te aprecia. Donde nadie se
convierte en un tapete. Donde ambos podamos tirar el equipaje y la curiosidad y
los problemas. Un universo donde somos felices –sin preguntarnos si la
felicidad es un juego de Jenga en mal estado listo para caer al menor temblor.
Un universo donde estamos cómodos y seguros, y tenemos perros.
Tal vez hay un universo donde vamos a dormir el uno junto al
otro cada noche como cucharas, como dos inocentes conejos –mi cara escondida en
tu cuello, abrazándote con calidez – y ambos no queremos nada ni a nadie más.
Donde no queremos más, solo nos queremos el uno al otro.
Tal vez hay un universo donde no deseo tantas cosas todo el
tiempo y donde estoy contenta y donde no me preocupe por empacar y mudarme sin
decirle nada nadie y donde en este
preciso momento, puedo simplemente saber que siempre querré venir a casa y
cocinarte la cena.
Tú me encontraste en el universo equivocado. Esto es todo.
Esto es, como dicen, la línea del tiempo oscura. En todos los demás, es más, en
cualquier momento –nosotros en la Guerra Civil, nosotros en el Antiguo Egipto,
nosotros en los 60s- somos felices.
Porque pudiste amarme por siempre. Y tal vez en otro universo, lo hiciste.
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