Quería contar acerca de anoche porque es el tipo de cosas que no me gustaría olvidar.
Desde el lunes regresó mi -novio o algo así- de su viaje larguísimo (en mi opinión) de dos semanas y al principio yo estaba emocionadisima para luego pasar por todos los estados de ánimo posibles al saber que no lo iba a ver hasta el viernes. Pero ayer pasó:
-Ya voy para allá.
-¿A dónde?
-Pues a verte.
Eran casi las 7 pm y yo estaba haciendo servicio social. Pasé de estar completamente aburrida a estar feliz en un segundo. Corrí a mi casa, tomé mi bolsa y salí a su encuentro.
Las primeras palabras que dijo al verme fueron "¿Dónde habías estado?" y lo abracé por lo que se sintió como la eternidad.
Pasamos la noche viendo películas y luego abrazados hasta que se hicieron las 12am y dijo:
-¿no quieres ir a cenar?
-¿a esta hora?
-Claro.
Así que salimos al oxxo más cercano, compramos un montón de cosas y comimos como niños glotones.
No me había sentido tan feliz en mucho tiempo.
Descubrí que estando a su lado todo se vuelve fácil, incluso tomarnos de la mano se siente bien de nuevo. Él causa este efecto en mí que no puedo controlar: me maravilla, me hipnotiza con todo lo que hace y dice.
-¿por qué no habías venido antes?
-Estaba esperando el momento indicado.
-Dime que no te vas a ir nunca.
-No puedo, pero te prometo que voy a regresar.
A las 6am tomó el camión de regreso. Yo me quedé en la cama, pensando acerca de cómo una simple presencia, en unas cuantas horas nos puede cambiar la perspectiva de las cosas.
No dormí absolutamente nada, no me arrepiento. No podría pedir más.
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