Esta es la historia de una pequeña niña que tenía problemas por confiar demasiado en los demás.
No importaba el daño que las personas le hubieran hecho en el pasado, ella seguía creyendoles y dándoles segundas oportunidades. Incluso cuando sus amigos decían:
-Basta, tienes que aprender a ver a las personas como realmente son, no puedes ir por la vida con una venda en los ojos, confiando ciegamente.
Pero ella lo hacía. Hasta que un día conoció a un chico.
Y el chico parecía lindo al principio -como todos. Pero con el paso del tiempo el chico la comenzó a tratar mal. Un día le decía que ella era la niña más hermosa que sus ojos habían visto, y al siguiente le decía que ya no quería volverla a ver.
La niña sufría mucho. Quería a ese chico con todo su corazón, y aunque los demás seguían lanzándole advertencias, ella no podía hacerles caso.
Perdió la cuenta de las veces que se dijo que ya no debía confiar en él. Sólo quería olvidarse de su presencia, de las veces que él parecía quererla de verdad.
Porque, como la niña estaba enamorada, quería que él también lo estuviera.
Pero aunque tarde, comprendió que aquel chico jamás iba a cambiar. Y pensó "¿porqué desperdicio toda esta energía en alguien que no vale la pena?"
Y lloró, lloró muchísimo porque aunque estaba enamorada también tenía el corazón roto.
De alguna manera aquel chico la hacía sentir un montón de contradicciones.
Quería perdonarlo y quería que fuera el chico de sus sueños. Pero sabía que eso nunca iba a pasar, que siendo realista, más bien el era el chico de sus pesadillas.
Esta es la historia de la niña que no sabe cómo dejar de confiar. De dar segundas, terceras oportunidades.
Está tan cansada, tan harta de llorar. Pero su corazón le ruega para que vuelva a él, siempre a él.
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