Compartimos todos estos recuerdos que nos unen y no nos
dejarán separarnos por el resto de nuestras vidas.
Porque las alegrías son llevaderas,
pero el dolor, ese forja, es como el calor que une al
metal.
Tú y yo compartimos una historia que no puede ser
cambiada,
en este libro que estoy escribiendo día con día eres el
cómplice que no quiero perder.
Lloro al pensar que un día quizá no estés, que no pueda
llamarte a cualquier hora y decir
“ábreme que ya llegue”
Porque incluso en el dolor más profundo estuviste ahí
conmigo.
Porque cuando necesito a alguien para hacer el ridículo nunca
dices que no.
Porque descubro tus secretos incluso antes de que me los
cuentes.
Porque eres mi mejor amigo.
Un día, miraremos atrás, a los momentos buenos y malos,
a las primeras veces que hacíamos las cosas,
Como esa vez de las margaritas y aquella donde creábamos
arte (o eso parecía).
Cuando éramos vecinos y solo tenías que cruzar la calle
para llegar a mí.
Nunca quiero perderte.
Hace más de un año que no nos
enojamos,
y recuerdo que antes no pasábamos un día sin pelear.
¿Cómo lo hacen?
Dirán los demás, cuando vean que los años pasan y seguimos
caminando juntos.
Recorriendo las hojas de mi libro y tú ahí, siempre presente.
Acompañándome incluso cuando esté a miles de kilómetros.
Somos vecinos de almas, porque solo con saber que estás
ahí es suficiente,
camina, sigue caminando,
y poco a poco vamos trazando el camino,
Ese que no
olvidaremos, ese que nos unirá por siempre.
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