lunes, 17 de abril de 2017

Palabras

Simples, complejas, llenas de significado, poderosas bombas que explotan una vez que han salido de la boca.

Palabras.

Fuertes, energía que a veces ni el tiempo borra, recuerdos que se quedan grabados en el alma.

Y es que cuando las palabras son lo suficientemente poderosas curan tanto como la medicina.

Un poema, una canción, una novela, no importa qué forma tengan, las palabras pueden sanar heridas que parecían incurables, pueden motivar a aquellos que han perdido las esperanzas, pueden ser la fuerza que impulse a dar un salto a aquellos que por mucho tiempo han mirado el acantilado.

Y lo sé porque lo he vivido. Las palabras son maravillosas para aquellos que tienen el don. Recuerdo que cuando más triste estuve, hace como 1 año o 2, lo único que me mantenía cuerda y motivada era leer poemas. Diariamente buscaba alguno y si estaba en inglés me ponía a traducirlo, o  simplemente me inspiraba tanto que quería llegar a ser así de grande algún día.

Las palabras vienen a mí de vez en cuando, a veces tengo que buscarlas lo suficiente, las encuentro en los libros o en alguna canción, y entonces creo que hay algo más, algo que se apodera de mí y me guía.

Quisiera decir que tengo un don, no lo sé, pero creo que mi misión en la vida es la de ayudar a los demás. Y sí, sé que la mayoría de lo que escribo refleja tristeza y desamor, pero es que vivimos en este momento en el que todo el mundo quiere aparentar perfección absoluta, lo veo todos los días, incluso yo lo hago.

Es muy fácil entrar a las redes sociales y aparentar ser algo que uno no es, es muy fácil resaltar todo lo bueno y positivo de nuestros días, pero quién se atreve a publicar que se siente mal, que en su trabajo todo se está yendo a la mierda, ¿quién se atreve a decir lo que realmente siente?

Quiero ser capaz de expresar con palabras todo aquello  que las personas temen. No me da miedo hablar de el desamor, de las infidelidades, del miedo que siento día a día al no haber encontrado a alguien aún, de la lucha constante contra este sentimiento, porque tengo otra parte de mí que no para de repetirme que estaré bien sola, que quizá nadie me haga feliz.

Sí, soy una lucha constante, soy un corazón que siente demasiado, soy un cuerpo que arde de pasión, soy las palabras que todos temen pronunciar.


Aún no sé cuál es mi misión en esta vida, o si estoy en el camino correcto para encontrarla, no sé, no tengo idea, pero mientras todas estas palabras sigan viniendo a mí, seguiré escribiendo, y ojalá que un día logre ayudar a alguien a través de ellas.

2 comentarios:

Henri Briones dijo...

Tranquila y descuida, la felicidad no siempre esta en quien nos rodea o nos quiere, es responsabilidad de cada persona y cada corazón. ¿Y si empiezas por ahi?, es donde busco yo, y aunque es a veces mas difícil encontrarla, vale la pena cuando se tiene.

Janeth Plazola dijo...

Estoy trabajando en eso...