Simples, complejas, llenas de significado, poderosas bombas
que explotan una vez que han salido de la boca.
Palabras.
Fuertes, energía que a veces ni el tiempo borra, recuerdos
que se quedan grabados en el alma.
Y es que cuando las palabras son lo suficientemente
poderosas curan tanto como la medicina.
Un poema, una canción, una novela, no importa qué forma
tengan, las palabras pueden sanar heridas que parecían incurables, pueden
motivar a aquellos que han perdido las esperanzas, pueden ser la fuerza que
impulse a dar un salto a aquellos que por mucho tiempo han mirado el
acantilado.
Y lo sé porque lo he vivido. Las palabras son maravillosas
para aquellos que tienen el don. Recuerdo que cuando más triste estuve, hace
como 1 año o 2, lo único que me mantenía cuerda y motivada era leer poemas.
Diariamente buscaba alguno y si estaba en inglés me ponía a traducirlo, o simplemente me inspiraba tanto que quería
llegar a ser así de grande algún día.
Las palabras vienen a mí de vez en cuando, a veces tengo que
buscarlas lo suficiente, las encuentro en los libros o en alguna canción, y
entonces creo que hay algo más, algo que se apodera de mí y me guía.
Quisiera decir que tengo un don, no lo sé, pero creo que mi
misión en la vida es la de ayudar a los demás. Y sí, sé que la mayoría de lo
que escribo refleja tristeza y desamor, pero es que vivimos en este momento en
el que todo el mundo quiere aparentar perfección absoluta, lo veo todos los
días, incluso yo lo hago.
Es muy fácil entrar a las redes sociales y aparentar ser
algo que uno no es, es muy fácil resaltar todo lo bueno y positivo de nuestros
días, pero quién se atreve a publicar que se siente mal, que en su trabajo todo
se está yendo a la mierda, ¿quién se atreve a decir lo que realmente siente?
Quiero ser capaz de expresar con palabras todo aquello que las personas temen. No me da miedo hablar
de el desamor, de las infidelidades, del miedo que siento día a día al no haber
encontrado a alguien aún, de la lucha constante contra este sentimiento, porque
tengo otra parte de mí que no para de repetirme que estaré bien sola, que quizá
nadie me haga feliz.
Sí, soy una lucha constante, soy un corazón que siente
demasiado, soy un cuerpo que arde de pasión, soy las palabras que todos temen
pronunciar.
Aún no sé cuál es mi misión en esta vida, o si estoy en el
camino correcto para encontrarla, no sé, no tengo idea, pero mientras todas
estas palabras sigan viniendo a mí, seguiré escribiendo, y ojalá que un día
logre ayudar a alguien a través de ellas.
2 comentarios:
Tranquila y descuida, la felicidad no siempre esta en quien nos rodea o nos quiere, es responsabilidad de cada persona y cada corazón. ¿Y si empiezas por ahi?, es donde busco yo, y aunque es a veces mas difícil encontrarla, vale la pena cuando se tiene.
Estoy trabajando en eso...
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