Mi psicóloga dice que no debo presionarme, que soy mi más grande enemiga.
Mis amigos dicen que me hace bien.
Y a las personas que no me conocen les da risa saber que soy una psicóloga que va a terapia.
Esta vez conté lo que no había dicho en 3 semanas. Y al final, me fui con una sonrisa.
"Te prometo que no lo planeé" le dije "pero finalmente estoy lista para hablar acerca de algo que no habíamos hablado; amor" y ella solamente se río y me dijo "así que finalmente" y no pude dejar de llorar por unos minutos pensando en que la fortuna no se ha ido de mi lado en bastante tiempo.
Ella dijo que no debo de presionarme, que tengo una especie de chip en la cabeza, cargado de ideas, de expectativas que no me dejan vivir la vida plenamente. Es verdad.
"¿Cómo pasó?" dijo ella, y le conté todo. "¿Y ahora qué pasa?" siguió, "¿Ya estás pensando en cómo vas a arruinarlo?" y sonreí, "no hay nada que arruinar" y ella sonrió de vuelta.
Cuando pienso en amor automáticamente pienso en matrimonio, en el hecho de que mis padres llevan 25 años juntos y van a renovar su amor próximamente. Y yo estaré ahí leyendo mi pequeño discurso, evitando que las lágrimas me arruinen el maquillaje. Cuando pienso en amor ya no siento inseguridades. Me veo a mí misma en la cama, riendo y tocando su rostro, diciendo cosas sin sentido, hablando en un spanglish que ni siquiera entendemos, pero el amor está ahí y es tan tangible que me llena el pecho con palabras que nunca imaginé decir.
"I love you baby", dice él.
"Olvidé decirte cuánto odio el sonido de esas palabras, pero contigo no parece importar porque también lo siento en el pecho" y coloqué su mano sobre mi corazón mientras en la tv una película de terror se transmitía sin que la viéramos.
Mi psicóloga dice que no hay manera de arruinar algo que está destinado a ser. "Corre si quieres, pero no vas a escapar del meteorito que se dirige desde millones de años luz hacia ti" y yo le creo.
24 años esperando por un beso en medio de una fiesta de espuma.
24 años esperando por una rosa que costó más de lo que debía.
24 años para finalmente despertar al lado de la persona correcta.
"Ese es mi hombre" le digo mientras camina hacia mí al salir de la ducha, él solo se ríe y dentro de mí la felicidad se hace un espacio en mi ya restaurado corazón.
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