El problema con las relaciones
reside en una línea de tiempo que pocos comprenden:
en mi mundo 10 minutos bastan para darme cuenta
y en el tuyo,
tendríamos que pasar 10 años juntos
para luego contemplar la posibilidad de compartir nuestras vidas.
El problema es que yo me lanzo al cuello
y tu sacas las garras cuando me doy la espalda
nunca llegas a tiempo,
muy pronto o muy tarde,
justo cuando terminé con alguien o cuando voy dando el sí.
El reloj marca las 6:23 y tú debías estar aquí a las 6
pero te retrasaste,
otra vez.
Inventando excusa tras excusas
y yo te recuerdo mi regla:
"no espero a nadie más de 10 minutos"
¿Qué no te das cuenta?
No es el momento, y quizá nunca lo será.
En mi mundo tu oportunidad ya pasó
y en el tuyo,
apenas estás estás descubriendo lo que podría pasar.
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