Estás en medio del mar, en un pequeño bote de remos, apenas con provisiones necesarias y luego llega un hombre pidiendo auxilio, con el cuerpo cansado por haber nadado tanto tiempo, con los labios secos, con el corazón roto, y te pide que le ayudes, que no te quitará espacio, que ni siquiera tendrás que compartirle tu comida: él se las arreglará solo, y te encoges de hombros, dices "ok, está bien", y lo tomas de la mano para ayudarle a subir.
Al principio todo está bien, apenas y habla, lo ves llorar de vez en cuando, le preguntas si está bien pero no dice nada. Duerme y pesca, come y duerme, y así pasan las primeras semanas. Te sientes invadida pero sabes que eventualmente se irá y que todo volverá a la normalidad. Un buen día dice que no quiere molestarte más, que se irá a buscar su barca, le preguntas, "¿qué pasó contigo?" y finalmente, habla.
Te dice que su corazón está tan roto, que apenas sobrevive, quisiera sacárselo, quisiera arrojarlo de una vez al mar y no volverlo a ver jamás. Te dice que su amada simplemente un día se fue de su barca, y desesperado fue a buscarla, creyó que quizá había ido a nadar y no encontró el camino de regreso. "Pero un día la volví a ver, estaba sola en un bote, estaba durmiendo con tanta tranquilidad que no me atreví a molestarla", te dice que entonces entendió que ella prefirió abandonarlo antes de arreglarlo todo, te dice que así no funcionan las cosas mientras lágrimas caen aún por sus mejillas. Tomas su mano dulcemente, quieres decirle que todo estará bien pero no sabes cómo. "¿Qué pasó contigo?" pregunta entonces, "¿por qué estás sola en un bote?" Le cuentas que al igual que él, un día tuviste a un ser amado, pero las cosas simplemente no funcionaron, "Ponen a dos personas en medio del mar en una barca y esperan que estén juntos para siempre: en la tranquilidad del sol y en las tormentas mas fuertes, ¿de verdad crees que es posible?", él solo agachó la mirada. "Entonces, ¿no crees que el amor lo puede todo?" preguntó. "Creo que la idea del amor es el problema" dices sonriendo, "creo que podemos ser felices con alguien y eventualmente el amor puede marcharse, creo que debemos darle esa posibilidad también, y nadie nos enseña eso", él te mira por un largo rato y luego se queda dormido.
Luego de un tiempo te acostumbras a su presencia, casi es la temporada de tormentas y sabes que las cosas se pondrán difíciles. Ahora todo es fácil: han creado una rutina juntos y por las noches te cuenta historias de todos los lugares dónde ha estado hasta que te quedas dormida. Te preguntas si el amor ha salido de tu corazón de nuevo, y un día de lluvia, mientras él canta una cancioncita que te molesta pero también te hace reír, decides que sí, el amor está en algún lado a tu alrededor, escondiéndose y le das la bienvenida con los brazos abiertos. Vas hasta tu compañero que no ha parado de cantar y lo abrazas, lo besas y duermen juntos, abrazados por primera vez.
El amor se instala cómodamente entre ustedes: hay espacio de sobra en un lugar tan pequeño como un bote. Llega y lo cambia todo: acomoda las cosas a su antojo y se sienta en la orilla a verlos pasar el tiempo. "Qué hermoso", piensa el amor, "cómo en cada lugar puedo hacer a las personas tan felices, y también qué triste, que aún no entiendan que un día me marcharé y los dejaré solos, porque ya habré cumplido mi propósito"
Un día te levantas y te das cuenta que eres feliz, como no lo habías sido en años, tienes a un hombre con quien compartir, tienes provisiones y las tormentas han pasado, piensas en lo fácil que es la vida, en su simpleza, le das gracias al amor mientras lo ves marcharse, le dices adiós y le agradeces el haber salido un rato, el haber cambiado tu vida de nuevo. Miras a tu compañero que aún duerme y lo despiertas con un beso y una sonrisa que no se desvanece hasta muchísimo después.
No hay comentarios:
Publicar un comentario