Tengo una historia, y es una bastante simple y bastante hermosa.
Cuando aún vivía en casa de mis papás, mi mamá siempre lavaba la ropa una o dos veces por semana, como toda familia, cada quién tenía su canasto de la ropa sucia y luego ella iba y lo sacaba y un rato después yo tenía mi ropa limpia y doblada en mi cama.
Esto pasó hasta que me mudé y bueno, tuve que llevar mi ropa a lavar a otros lados...
En fin, fast foward a ayer, sí, apenas ayer, era una nueva semana y yo tenía que ir a trabajar como cada lunes. Mi novio se fue a jugar pickleball no sin antes decirme "voy a lavar la ropa, pon la ropa sucia en la canasta", "ok". Llego a casa como a eso de las 6, mi novio no está, pero la ropa está tendida en la azotea, subo con el canasto y luego pongo la ropa en la cama y comienzo a doblarla y automáticamente pienso en mi mamá.
Y nunca lo había pensado antes, ni siquiera se me había pasado por la cabeza, pero lo que ella hacía al doblar nuestra ropa era un acto de amor, y no había podido verlo, hasta ayer por la tarde.
Ah, la vida y sus vueltas, y sus manera tan peculiar de hacernos ver las cosas. Yo con un montón de ropa que doblar, con lágrimas en los ojos, agradeciendo al universo:
Gracias por darme esta vida que tanto soñé. Gracias por permitirme darme cuenta que el amor está en los actos más simples. Gracias. Gracias. Gracias.
1 comentario:
Que bonito Janeth, sentí bonito darme cuenta de eso, de que hay amor en ese gesto, que aunque parece pequeño, la verdad es que el amor se puede ver en la suma de esos gestos pequeños.
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