Estefanía creció con una mamá y ya, no figura paterna, pero sí una mamá que se aseguró que cada uno de sus pasos no fuera peligroso. La sacó finalmente al mundo donde le dijo: "ok, aquí vas, haz tu mejor esfuerzo", pero Estefanía no tenía idea de lo que la esperaba. Y es que el mundo no es tan simple como los brazos de mamá, ojalá lo fuera.
Asistió a muchas fiestas y eventos y tenía vestidos para toda ocasión y siempre estaba de lo más elegante, siempre a la par de sus colegas y amigos, pero en el fondo, no sentía que fuera suficiente, porque debajo de esa ropa elegante aún tenía puesta a ropa de cuando era niña, y no la dejaba luberarse del todo, ser libre de aquello que le habían dicho que debía ser: pura, inocente, cuidadosa.
Un día entró a un castillo donde no estaba el príncipe que tanto buscaba, sino un rey convaleciente, postrado en la cama y retorciéndose de dolor. Asustada por aquella visión, no pudo hacer nada más que correr en dirección opuesta. No estaba preparada para ayudar, y lo que no sabía, es que si al menos hubiera preguntado: "¿qué puedo hacer por ti?", las cosas hubieran sido diferentes. Ayudando a los demás nos ayudamos a nosotros mismos, pero ella no lo sabía aún. Entró al castillo y se maravilló con las copas y los cuadros, las joyas y los candelabros relucientes, pero debajo de toda esa riqueza, yacía un rey moribundo.
Y como no estaba preparada, no pudo quedarse en el castillo, ni ayudar al rey que sí tenía un hijo esperándola.
Le dijeron, "por favor, sal de aquí y no regreses hasta que estés lista".
Qué confuso, más no tuvo opción, Estefanía entonces emprendió su viaje hacia el conocimiento, un viaje que a final de cuentas le permitirá ir hacia adentro, conocerse verdaderamente y la hará estar lista para ayudar a los demás, para no permanecer inmóvil ante el dolor ajeno. El viaje no será fácil, porque nada en el mundo lo es, y tendrá que aprender a quitarse la ropa que ha estado usando desde que era una niña, y a dejar atrás todo lo que su madre le enseñó.
Será un viaje largo, el regresar a casa, porque en algún punto comprenderá que casa es ella misma. Y entonces el castillo aparecerá de nuevo, y estará lista.
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