martes, 14 de marzo de 2017

No puedo plantar un corazón en mi jardín.

No puedo, no existe semilla alguna, manera alguna, esperanza.
Podría intentarlo, solo para salir perdiendo y solo para desesperarme tras varios intentos fallidos.
No vale la pena.
He soñado tanto con esto, con arrancarme el corazón y ponerme uno nuevo, uno que no conozca al desamor, uno que no conozca la tragedia, el dolor, uno que no esté roto, que no esté goteando por todas las grietas que los hombres le han causado.
He soñado tanto con esto, con el día en que un corazón nuevo y reluciente aparezca como por arte de magia en mi jardín, no me importa en quién debo creer para que esto pase. Le he rezado a todos los dioses que existen, he pedido deseos a las estrellas, he hecho votos y aún así no sucede.
Lo cuidaría de verdad, lo protegería como debí haber protegido al que llevo ahora dentro de mí.
Le diría "no dejaré que te hagan daño, no importa que tan enamorada crea estar, está vez, te prometo que no te dañarán".
He soñado tanto con esto, con el día en que despierte y un corazón esté ahí, reciente, resplandeciendo con todo el amor que es capaz de dar.
Pero no puedo. No es posible, los corazones no crecen en los jardines y no hay manera de quitarme este que tengo y ponerme uno nuevo, uno que no haya sentido nada aún, uno al que no le hayan hecho promesas para luego romperlas, uno que no conozca de traiciones, uno que esté dispuesto, que esté completamente dispuesto a amar.

No puedo plantar un corazón en mi jardín.
Así que hasta que ese día llegue, hasta que sea posible, hasta que pueda hacerlo crecer y ponérmelo en este pecho que tiene tanto para dar, tendré que conformarme con seguir soñando.

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