A veces necesitas escuchar una canción un domingo por la tarde, una que habla acerca de exes, acerca de cuánto has aprendido a través de ellos y una para decirles adiós, basta, lo que sigue.
Luego imaginé mi vida al lado de aquellos a los que he amado: no pasó nada, no había felicidad, solo tristeza y ganas de salir corriendo.
Sí, gracias a R conocí el amor por primera vez, y también el dolor, un corazón roto que tardó demasiado en sanar y las secuelas siguen doliendo.
Con U todo cambió: aprendí a ser paciente, a perdonar y a seguir adelante a pesar de que él estuviera siempre a la vista, no me quedó de otra más que amarrarme los sentimientos y guardarlos con candado.
Y luego J, con el que pensé que todo sería diferente, ¡al fin!, decía, para que al final todo se derrumbara debido a la distancia.
Finalmente: A. Que representa todo aquello que siempre busqué y quizá nunca tendré, a menos que me mude a Finlandia, claro. Pero si soy honesta, no creo que pase, y está bien.
No me arrepiento de mi amores, los perdono y sobre todo me perdono a mí. Me es muy difícil estar sola, me es difícil pasar los fines de semana en casa, porque entonces comienzo a pensar demasiado y creo que es en ese espacio donde las dudas se cuelan a mi ser.
Tengo que empezar una relación pero conmigo: ya 25 años en este cuerpo, con este corazón que no me deja mentir al decir cómo te gusta hacerme sufrir, cómo te gusta enamorarte de los equivocados.
Un círculo más que es completado y yo quiero estar bien, comenzar de nuevo, estar sola. En el día de mi cumpleaños solo quiero irme a tirar a la playa, escuchar música y escribir uno, dos, tres motivos por los cuáles doy gracias al universo de estar viva.
Gracias a mis ex, gracias los amigos que ya no están, a los momentos que pasé, los viajes que quizá no se repetirán.
Y yo aquí, lista para pasar de página.
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