Ojala un día no tan lejano se me pase esta necedad de sentirte tan mío,
cuando en realidad nunca lo fuiste.
Todo estuvo en mi cabeza, a veces me pregunto si en verdad fuiste real,
si mi viaje tuvo algún sentido,
si algún día volveré a confiar en los demás o en ti.
Amor,
mataste a la esperanza,
mataste a las ganas de intentarlo una vez más.
No tengo intenciones de volverme a enamorar.
Lo prometo.
Estoy atrapada en este cuerpo que me pide moverse y un corazón asustado al cambio.
Llevo años intentando hacer las cosas de diferente manera,
pero los patrones de mi vida no parecen cambiar.
Terapia, meditación, escribir una y otra vez mi día,
nada funciona.
¿Es esto mi destino?
Culparlo me parece patético.
Y es que mira: comencé hablando de amor y terminé por hablar de mi vida.
Un día de septiembre lo encontré y un día de diciembre lo perdí.
Y con él también perdí mi camino.
El universo no da señales se sentirse culpable por habérmelo quitado,
en cambio,
dice:
"niña, aún no lo entiendes, pero un día todo funcionará,
los perros a veces quieren chocolate pero no por eso los vas a complacer,
ahora crees querer un chocolate pero si te lo doy, te vas a enfermar, podrías morir"
Yo quiero creer en que mis lágrimas se evaporarán y formarán parte de una tormenta,
una que ayude a las personas para desprenderse
de sus raíces
de sus miedos
de lo material.
Tengo tanto miedo y tan poco tiempo.
La vida se me va y el amor todo lo perfuma,
qué lástima que tu olor me haya hecho irme de cabeza hacía el suelo
estamparme,
sangre y cesos.
Un día, no te recordaré más.
O no te mezclaré con mi vida,
no sé
ya nada tiene sentido.
Hasta entonces.
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