Y supe, que mi mente de poeta ni siquiera se detiene a pensar en las cosas tal y como son, sino que siempre las veo y les encuentro un significado romántico.
¿Escuchas a tu corazón?
Todo el tiempo, a veces quisiera callarlo.
Pero es que si no tuviera un corazón sentimental no podría apreciar la vida tal como lo hago. Y sé que quizá todo sería más fácil, ver la vida literalmente, pero no, yo no soy así.
Soy la flor que crece en medio del concreto, aún cuando la pisan, y no es que sea maleza, solo que me hago más y más fuerte. Soy la que florece aún en los días nublados, aún si no hubiera sol lo haría. Y todo con tal de ver a los enamorados pasar, tomados de la mano, diciéndose promesas de amor. Yo vivo para eso. En el río de la vida me tocó ir en el barco de los soñadores, esos que se avientan por la borda porque creen que en el agua encontrarán el camino. Y una vez en el mar, nado contra la corriente. No podría vivir de otra manera. Llorar a la menor provocación, reír hasta que las costillas duelan, sentir, sentir hasta los huesos, y pensar, ¿es que acaso hay otra manera?, y si la hay, ¿vale la pena?
Y tú, ¿escuchas a tu corazón?, ¿o será acaso que ya se cansó de gritarte que ahí está?
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