Cris vivía en Gore Town, un pantano en medio de una ciudad tan grande, que sus habitantes habían empezado a vivir cerca de ahí, habían construído casas de madera, que muy seguido el viento terminaba destrozando.
Gore Town, era un lugar horrible, donde los cocodrilos eran los reyes, y a diario, se podía ver a bestia tras bestia haciendo sacrificios o matando a animales solo por diversión, todo lo sangriento era celebrado.
Cris, siendo un romántico, no soportaba vivir ahí, pero en su familia estaba prohibido mudarse antes de casarse, sin importar si eras macho o hembra, así que Cris, a diario y usando un traje camuflaje que había construído con hojas y sangre de las moscas que comía, salía a buscar a la que sería su eterna compañera.
Tuvo citas con bastantes chicas: incluso había probado con ranas, pero nadie parecía comprenderlo, nadie entendía por qué no disfrutaba de los espectáculos de las 12 a.m., cuando los cocodrilos luchaban a muerte, nadie entendía porque no participaba en los combates con sus amigos, o por qué no mataba por diversión, todos lo consideraban un aburrido y anticuado.
Hasta que un día finalmente Cris se cansó, empacó sus cosa en una pequeña mochila que había hecho con una hoja de maíz que encontró en la orilla del pantano, y habló con su familia: todos estuvieron en desacuerdo, si se iba, jamás podría regresar, y muy probablemente muriera de hambre, o peor aún, alguien lo matara en el camino. Pero a Cris no le importaba ninguna de aquellas advertencias, decidido, salió de casa y esperó a Monte, una vieja tortuga que trabajaba como bote de transporte para los sapos.
Cuando Monte lo vió se sorprendió bastante.
-Tú no eres la clase de pasajero que suelo llevar - le dijo.
-¿A qué te refieres?
Monte no respondió, solo le dio una última advertencia antes de partir:
-Mucha suerte amiguito, y agárrate bien.
Para sorpresa de Cris, Monte era bastante veloz, y esquivaba bastante bien a los cocodrilos, serpientes o lagartos que de repente querían atacar. Cris, con su traje de camuflaje se sentía invencible, hasta que, en medio del pantano, y sin ninguna advertencia, Monte paró de golpe, Cris cayó al agua y su camuflaje quedó flotando en la superficie, Cris trató de nadar, pero una garza salió de nada y lo agarró con su pico de una de sus patas. Cris gritó, Monte seguía parado sin decir ni hacer nada.
-¡Ayúdame!, no te quedes ahí- le gritó Cris.
Monte agachó la mirada mientras recibía dinero de la garza.
Cris no lo podía creer. Esa no era la manera en que había planeado su escape de Gore Town. No quería morir tragado por una fea garza maloliente, pero no tenía idea de qué hacer. La garza aún lo tenía sujetado por una pata. Cris miró al cielo, casi como esperando un milagro, había crecido creyendo que merecía un final feliz, vio las nubes y algo en él despertó.
La garza, distraída mientras hablaba con Monte, no esperó el golpe que recibió en el ojo de repente: era Cris, que con su lengua, la golpeaba una y otra vez.
-¡Estúpido sapo! -gritó
Cris aprovechó para zafarse y saltar hasta Monte.
-¡Nada! -le ordenó.
-Pero, ¿qué dices?
-Avanza, ¡ahora!
Monte se asustó con el cambio en el tono de voz de Cris, y no tuvo otra opción más que obedecerlo, nadó tan rápido como pudo, pero la garza corría detrás de ellos a toda velocidad.
-¡Nos va a alcanzar! -gritó Monte.
Y justo cuando la garza empezaba a tomar vuelo y se preparaba para volver a agarrar a Cris, él saltó al agua, la garza se estrelló en el caparazón de Monte y para rematarla, Cris tomó con su lengua una roca bastante grande y con mucho trabajo, la golpeó una y otra vez en la cabeza.
Al día siguiente, Cris despertó sintiéndose bastante cansado. Monte estaba aún durmiendo. Habían avanzado bastante y estaban a la orilla del pantano. Recordó el día anterior, y no pudo creer lo que había hecho: había matado a un animal. Monte se asustó tanto con su comportamiento que se ofreció llevarlo a donde dijera, a cambio de que no lo matara también.
Cris le ordenó que siguiera derecho, pronto saldrían de Gore Town, finalmente sería libre.
Monte despertó un rato después, vio a Cris consiguiendo comida para ambos.
-Eres un sapo valiente -le dijo.
-Solo quiero sobrevivir y salir de Gore Town, quiero encontrar a mi compañera y ser feliz, ese es mi sueño, y haré lo que sea para conseguirlo.
Monte se río.
-Hace algún tiempo yo también tenía un sueño, siempre me pareció descabellado, pero, ¿sabes cómo dicen que si sigues derecho por el pantano y vas hasta el final, llegas al mar?, pues mi sueño es llegar ahí y ver ballenas.
-¿Ballenas? -preguntó Cris
-Son las criaturas más grandes que puedas imaginar, más grandes que todos los animales del pantano juntos.
Monte y Cris siguieron su viaje, pasaron 2 días más juntos, hasta que llegaron a una nueva parte del pantano, no decía el nombre pero no se veían animales al acecho, todos parecían bastante tranquilos, y había sapos por doquier.
-Creo que este es tu lugar -dijo Monte.
Cris abrazó a Monte para despedirlo.
Cris pasó una semana en su nuevo hogar, conoció a hembras bonitas, todas estaban encantadas con él, le decían "el sapo azul", y al igual que él, la mayoría de los animales ahí crecieron viendo películas de Disney, por lo que fue la sensación, y consiguió citas sin parar. Llegaban ranas, hasta serpientes a su casa cada noche para tratar de conquistarlo.
Cris estaba feliz, no perdía la esperanza de encontrar a su compañera. Cada día tenía una cita diferente, no podía creer lo afortunado que era de haber sobrevivido al ataque de la garza.
A veces pensaba en Monte y se preguntaba si habría cumplido su sueño de ver ballenas.
Pasó el tiempo. Cris aún vivía en el lugar mágico lleno de hembras que lo acechaban, pero como con todo lo que se prolonga demasiado, Cris terminó aburriéndose. No dejaba de pensar que en su vida, su mayor aventura había sido salir de Gore Town, ahí había sido donde había sentido vivo en verdad.
Veía a los demás viviendo en armonía, en una felicidad que eran puras mentiras, y tenía ganas de escupirle a todos.
Finalmente, cada día cuando se ocultaba el sol, salía al camino donde Monte lo había dejado con la esperanza de verlo de nuevo.
Y así pasaron días, y semanas, y meses, y nada. Ni una señal de su antigua vida.
Era de noche y Cris tenía de nuevo una cita, era una rana de color purpura, delgada y de voz chillona. Estaban comiéndose unos gusanos y hablando de sus vidas.
-Tienes mucho tiempo aquí y aún no eliges a una compañera -le decía ella.
-Nadie me ha convencido aún.
-Eres muy exigente Cris.
Cris tomó agua mientras pensaba en lo aburrido que se sentía, y entonces en el cielo miró a un animal que le resultó familiar, el animal también parecía mirar en su dirección, poco a poco se acercaba más y más.
-¿Ves eso en el cielo? -preguntó Cris a su cita.
-Creo que es una garza y se acerca a toda velocidad.
Preocupada, la rana salió brincando rápidamente. Cris reconoció entonces a la garza, ¿cómo era posible?,si la había matado meses atrás.
La garza se lanzó a Cris con rápidez, pero Cris, ágilmente se quitó de su camino, y la garza cayó al agua.
-¡Pensé que te había matado hace tiempo! -le gritó Cris
La garza se levantó aturdida y miró a Cris con odio.
-A quien mataste fue a mi padre, y hoy vengo a vengarlo.
-Tú y yo sabemos que no vas a poder vencerme, pero tengo algo que proponerte, y creo que te gustará.
Cris miró a la garza fijamente mientras sonreía.
Al día siguiente, cuando el sol salió, el pantano estaba completamente teñido de rojo. Cris y la Garza estaban completamente cubiertos de sangre.
-Eso me gustó más de lo que esperaba -dijo Cris -finalmente entiendo a la gente de Gore Town.
-Y bueno -dijo la garza -¿estás listo para volver a casa y enfrentarte a todos los peligros que te esperan?
Cris sonrío.
-Estoy listo, creo que finalmente tendré mi final feliz.
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