Hace unos días, o quizá hace una semana ya (el paso del tiempo desde hace unos meses ha sido una montaña rusa), fui a visitar a mis papás y aproveché para lavar la ropa, y ahí estaba mi pequeña sobrina, junto a mi hermano que solo fue a casa de mis papás a recoger unas cosas que ocupaba y ya. Pero como mi sobrina está muy encariñada con mi mamá, no se quería ir, además era el día de descanso de mi hermano y tenía que salir del pueblo. Total que mi sobrina empezó a llorar porque mi hermano no quería dejarla quedarse.
Y después de unos 5 minutos de llorar (o quizá menos), voilá; mi hermano finalmente aceptó y Alicia se quedó en casa con mi mamá, y nos bañamos en la alberca y regresaron por ella como a las 6 de la tarde. Fin.
Pero no realmente fin, porque también hace unos días estaba pensando en cómo quizá cuando era pequeña al igual que mi sobrina aprendí que la manera de conseguir las cosas que quería era llorando.
Y es que me cuesta mucho, soy muy llorona, de verdad, puedo llorar a la menor provocación, y ahora que soy una -adulta y con mis casi 30 años y viviendo al lado de mi novio me he dado cuenta de que aunque no quiera llorar a veces hasta parece automático. ¿Por qué?, porque quizá aprendí que todo me lo daban cuando empezaba a llorar, o que si algo estaba mal en mis días el llanto podía arreglarlo. No lo sé, es algo retorcido cómo crecemos con estos mecanismos de defensa que no sabemos ni de dónde vienen.
Justo hoy hablaba con mi novio de que me gustaría muchisímo ir atrás y recordar. Uy, quizá sea peligroso, quizá nadie está preparado para vivir con sus verdades y por eso nuestra mente bloquea recuerdos, bloquea el pasado para protegernos. Y es irónico que crecemos y la única manera de realmente -crecer y madurar es yendo al pasado y mirando estas partes de nosotros que quizá están rotas o podridas, quizá sin que sea nuestra culpa, para así arreglarnos, para así darnos amor como es debido.
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