Justo antes del atardecer una ardilla torpe se tropezó con un topo en una montaña llena de nieve.
Era un día donde el invierno anunciaba su llegada, y la ardilla andaba como loca tratando de encontrar las últimas proviciones, ¿le daría tiempo de llenar su árbol preferido con sus almendras preferidas?, no lo sabía, y ahora esto: un topo rechoncho se atravesaba en su camino con su boca llena de pequeñas nueces.
-Eh, topo, no estés estorbando, no todos somos tan gordos como tú -le gritó la ardilla de prisa.
-¿Y tú que haces caminando por la nieve en vez de andar por los árboles?
-Que no ves que estoy buscando comida. Ya agoté los recursos allá arriba así que tuve que venir acá abajo.
-Así que estás robando comida de nosotros los subterráneos. Aparte de tonta, ladrona.
A la ardilla casi se le salieron los ojos del coraje, ¿cómo se atrevía aquella torpe creatura a llamarla ladrona?
-¿Por qué mejor no sales de tu escondite y arreglamos esto a la antigua?, ¿o qué, no puedes porque no cabes de lo gordo que estás? Topo obeso.
El topo dejó caer una a una las nueces que tenía en la boca y miró a la ardilla con una rabia que nunca antes había sentido.
Trató de salir de su pozo pero su panza no lo dejaba, trató y trató hasta que se rindió.
La ardilla lo miró primero con gracia y luego con tristeza, pero luego recordó que ella también debía ponerse así de gorda y que estaba perdiendo el tiempo.
Tomó las nueces que el topo había tirado y siguió su camino. El topo descendió a su pozo y se quedó dormido casi instantáneamente. Al día siguiente ninguno recordaba lo ocurrido.

2 comentarios:
Aquí ya va a haber guerra faunal entre gatitos y ardillitas, ya he escuchado gatos peleando en la calle, no sé si con ardillas o no, pero se respira la tensión en este campo de batalla.
Así es como andamos por la vida. Primero insultamos y luego nos ofendemos si nos ofenden. No tenemos empatía y si se nos escama una brisa de pena hacia cualquiera, nos sentamos a esperar que se nos pase. Triste humanidad.
Un saludo
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