No lo sé. Siento un vacío, un vacío que se formó hace casi un año y que no he encontrado la forma de rellenar. Creí que podría con la ayuda de nuevas personas, creí que podría con palabras de amor, pero resultó estúpido pensar que un día iba a superar aquello.
No puedo, soy una pequeña niña que corre asustada porque un montón de fantasmas la persiguen, y ahí, mientras está a punto de llegar a su destino, se tropieza y cae de cara contra el suelo. Eso la devuelve a la realidad: nunca podrá volver a confiar.
No, porque lo hizo una vez y terminó con una cicatriz en el corazón, lo hizo de nuevo y terminó cociendo sus propias heridas, y cuando pasó una tercera vez, cuando la traición se convirtió en costumbre, decidió que lo mejor sería arrancarse el corazón de una, sin pensar, para que no hubiera una cuarta vez.
Coloqué al corazón en mi buró, junto a mi cama y aquí estoy, no soy capaz de distinguir entre lo que es bueno para mi y lo que el corazón me susurra al oído.
Él sigue enamorado, sigue embriagado por el aroma de su eterno amor y cree tontamente que un día lo reinstalaré en mí, cree que un día aquel que juró amor eterno volverá para decir "estaba equivocado, tú eras, tú SIEMPRE serás la indicada".
Pobre corazón, tan ingenuo.
Decidí que no escucharía sus susurros, llevo una vida haciéndole caso, resbalando y cayendo en un laberinto que parece no tener salida, y ¿qué he conseguido?
Noches enteras sin poder dormir, cansancio y lágrimas sobre la almohada.
Sé que dejaré de sentir el vacío el día en que logre comprender y aceptar las acciones de aquellos que me han dañado y han dejado agonizando al corazón, ese día en que pueda volver a sentir amor verdadero, como aquella primera vez que hoy parece tan lejana.
A veces me parece imposible, a veces sigo teniendo pesadillas y los recuerdos me atormentan como pájaros cantando sin parar en mis oídos.
Aquí estoy, esperando a que llegue el día en que corazón y yo seamos uno de nuevo.
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