Llega un momento en nuestras vidas donde todo parece colapsar. Se derrumban muros que parecían indestructibles, la presa donde estaban contenidos nuestros más grandes secretos se destruye y quedamos expuestos. A todos les pasa, en algún punto.
Para algunos esto resulta debastador; ¿y ahora qué hago? se preguntan, mientras corren en círculos y hacen una zanja en el suelo.
Para otros es liberador; finalmente pueden salir, dejar ataduras atrás, liberan las cuerdas que los habían estado atando por mucho tiempo.
Y están algunos en el punto medio...entre querer correr o sentirse libres.
No sé qué está pasando en este momento de mi vida, vienen muchos cambios. Dependerá de mí aceptar todo lo que el tiempo traiga o caerme, derrumbarme como lo he hecho ya en otras ocasiones.
Me siento abandonada, ya no tengo a nadie, no parecen comprender el sufrimiento que provoca en mí la indiferencia. Quisiera ser valiente, quisiera enfrentar a mis miedos a la cara y vencerlos. Pero soy pequeña y el mundo es grande, así como los demonios que me persiguen.
Cuando la lluvia acabe el cielo se va a aclarar, lograré dejar mi ceguera atrás; la niebla se irá. No sé qué estará esperándome allí: tal vez un arcoíris. Pero estoy preparada para ver todo lo que más quiero hecho pedazos.
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