Y todo parece funcionar, pero llega la noche y justo antes de que te duermas tu cerebro comienza a pensar, comienzan a salir todos los pensamientos que habías estado reprimiendo durante el día, y llegan las lágrimas; no paran. Miras el reloj preguntándote si en algún momento alguna fuerza del más allá se apiadará de ti y te llevará lejos de este mundo. Imaginas cómo fueron las cosas antes de que "ESO" pasara y te gusta pensar en como serían las cosas si tuvieras el valor para cambiar la situación.
Pero los minutos siguen pasando y cuando menos lo esperas son las 2 am y no has podido dormir. Y ahí está, tu eterna compañera la soledad, a tu lado, susurrandote que pronto todo estará bien, mientras que tu te repites que mañana será otro día, que tienes que sobrevivir.
Puedes ir por la vida ocultando tu tristeza. Pero los ojos no mienten, en ellos se ve reflejado todo tu dolor y el cansancio de no poder salirte de ese círculo en el que vives atrapada. Y cuando él te mira a los ojos sabe que estás triste. Pero no hace preguntas, no quiere saber lo que ya sabe. No quiere que tú se lo digas. Vas por la vida cargando unos ojos tristes y cansados de llorar. Vas por la vida ciega ante las oportunidades de cambio, ante nuevas situaciones.
Eso no lo puedes ocultar.
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