La primera parte se trató de volver a ser yo misma, de ganar confianza y de volver a salir ahí afuera, al mundo que tanto temía.
Empecé el año sintiendo ambos emoción y decepción; la pasé junto a mi mejor amigo y mi familia y terminé durmiendo tempranísimo.
Finalmente fui capaz de hablar verdaderamente con mi mamá y pude contarle lo infeliz que me sentía en el momento, ella me apoyó y sugirió que volviera ir a terapia, y así lo hice, aunque en ese entonces no sirvió de mucho porque yo seguía aferrándome al pasado fuertemente.
Comencé a hacer servicio social en el mismo lugar donde muchísimas historias de mi vida pasaron: la preparatoria a la que había asistido, y la verdad es que al principio estaba llena de emoción, pero con el paso del tiempo esa emoción se fue convirtiendo en monotonía. Hacer servicio social ahí me gusto sobre todo porque me permitió convivir con adolescentes, pude hacer talleres, dar clases, dar "terapia", un sinfín de cosas y hasta me encariñé con varios de mis alumnos. Claro que están también las cosas que no me gustaron; la coordinadora del plantel no ayudaba mucho, un mal clima laboral y a veces mal trato por parte de algunos maestros. Pero en general, haber hecho mi servicio social fue una experiencia que no voy a olvidar nunca, creo que me llevo más cosas buenas que malas, y sobre todo me permití a mí misma volver a tenerme confianza al pararme enfrente de varios grupos de adolescentes y darles clases aún viéndome menor que la mayoría de ellos.
Luego llegaron las vacaciones de semana santa y con ellas llegaron nuevos amigos. Nunca imaginé que tendría tanta diversión en dos semanas; la pasé de fiesta en fiesta y terminó gustándome uno de mis nuevos amigos -tan cliché, lo sé.
Pero bueno, las cosas obviamente no funcionaron y cuando terminaron las vacaciones también se acabó mi amor. Hace poco volví a ver a los que fueron mis compañeros de aventuras durante ese tiempo y se sintió raro, casi como si fuéramos personas distintas, sumamente alejadas de lo que fuimos en ese entonces.
Después llegó mayo y con ese mes llegaron dos muertes a mi vida, primero murió una tía lejana, de un pueblo lejano, de ella escribí aquí. Después, falleció mi abuelo. Y si no escribí acerca de mi abuelo es porque la verdad no tenía mucho que decir. No lloré en su funeral, no lloré cuando lo enterraron, y cualquiera que me conoce sabe que soy la persona más llorona de este universo, pero algo me pasó y ni siquiera pude derramar una lágrima. Supongo que se debió a que nunca conocí a mi abuelo realmente, no tengo ningún recuerdo a su lado, lo conocí ya cuando era una adolescente y la verdad es que siempre le tuve algunos resentimientos. Pero, bueno, el pasado está ahí y no va a cambiar, y el hecho de que ahora ya no esté claro que resulta difícil, espero que donde quiera que esté haya reflexionado y sobre todo que se haya perdonado a sí mismo.
Y esta primera parte se termina con mi viaje a Guadalajara. Me fui cuando empezaron las vacaciones de verano, pasé muchas cosas allá: clic.
Y bueno, no puedo dejar de pensar que si no hubiera sido por ese viaje ahora mismo no sé si estaría viva. Conocí a gente maravillosa allá, hice nuevos amigos, incluso conocí a David Archuleta, pero cuando fue la hora de volver lo hice con lágrimas en los ojos. Mi mejor amiga de mi pueblo natal había fallecido en un accidente, y con tan solo 21 años te preguntas, ¿acaso era justo?, pero la justicia no responde a veces, solo actúa.
Pero su muerte no trajo cosas negativas, con su partida mis amigos de la infancia y yo nos volvimos a reunir, incluso salimos hace pocos días y me siento más unida que nunca a ellos. Doy gracias por eso.
La segunda parte se trata de nada más y nada menos que del amor. De conocer a los chicos que me han cambiado la vida en muchísimos sentidos y por los que estoy eternamente agradecida.
Comienza con una simple pregunta; "¿Quieres acompañarme a dar clases hoy?" me dijo mi papá, y como yo no tenía absolutamente nada que hacer respondí que sí, y en ese instante no tenía ni idea de lo mucho que iba a cambiar solo con aquel afirmativo.
Lo vi pasar por aquella puerta y supe que quería conocerlo, que quería saber de él, porque obviamente me pareció lindísimo y si íbamos a estar en el mismo lugar por varias semanas, lo más lógico era que por lo menos supiera su nombre.
Su nombre, uno que resuena en mi interior, uno que me recuerda a un guerrero que luchó por amor: Ulises.
Lo conocí y no hubo marcha atrás, todo pasó rapidísimo. Nos estábamos diciendo hola un día y al siguiente ya no dejábamos de hablar. Supe en cuanto comencé a extrañarlo que ya era una causa perdida, y hasta el día de hoy me repito que soy una causa perdida si se trata de él.
Hubo muchas cosas: fiestas, días de playa, besos a media noche, madrugadas hablando, noches de fogatas. ¡Me salí de mi casa a altas horas de la madrugada!, incluso una vez no llegué a dormir.
Sentía que estaba viviendo mi adolescencia de nuevo.
Ulises me hizo extremadamente feliz y me hizo sentir viva otra vez, pero lo más importante: me reparó el corazón. Yo pensé que nunca jamás podría enamorarme, que ya había dado todo el amor que me era posible dar, pero no; descubrí que aún tengo demasiado para dar.
Conservo en mis recuerdos más preciados los días a su lado, las noches que pasé con él, los abrazos que se sintieron como infinitos y los sentimientos que parecían no tener fin.
Con él también llegaron nuevos amigos, ahora tengo a los mejores amigos en el universo y nos cambiaría por nada, lo más seguro es que hoy la pase celebrando la llegada del año nuevo con ellos.
En fin, esta segunda mitad se acaba hoy y empieza algo nuevo. Un nuevo año que promete muchísimas cosas nuevas, ya que finalmente acabaré la universidad, mi plan es mudarme y espero cumplirlo. Sé que aún hay muchas cosas de las que aún no estoy segura, hay una gran incógnita en mi vida en estos momentos, pero sea lo que sea, sé que será para bien.
Acabo este año con la seguridad de que tengo a los mejores amigos y amigas en el mundo, tengo una familia maravillosa y no necesito nada más. Fue un año grandioso y lleno de experiencias que no voy a olvidar. El 2016 viene y espero que esté a la altura de este año que se va.
Doy gracias por cada uno de los días que pasé, por las personas que se fueron de mi vida ¡al fin!, y por las que hoy están conmigo. Muchos logros, muchas decepciones, pero al final...puedo decir que este ha sido el año más maravilloso que he tenido.
Adiós 2015, te voy a extrañar.
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