Un día Tefi y Mauricio estaban juntos viendo una serie
cuando recibieron un mensaje de Talía: “mi novio y yo estamos enojados”, ambos
se miraron, como diciendo –otra vez, y no le dieron importancia.
-¿Qué pasó contigo y tu ex? –le peguntó Tefi a Mauricio.
-¿Qué pasa de qué?
-Ya sabes, todo el mundo habla de eso.
Pero Mauricio no quería hablar, hizo como que no
la escuchaba y continúo viendo la serie y comiendo palomitas, estaba harto de
que la gente siempre le preguntara por su ex. Todos conocían a la perfección la
historia: él y su ex tenían un récord en romper y regresar, pero hasta ahora,
habían pasado meses y nada, su promesa seguía en pie: no regresaría con ella
bajo ninguna circunstancia, no importaba cuánto le rogara. Pero todos parecían
estar en contra de él, y los rumores no paraban de circular, decían que su ex
estaba saliendo con otro chico solo para darle celos, y no pasaba un día sin
que alguien se lo mencionara.
-Y tú –dijo de repente Mauricio, saliéndose de sus
penamientos -¿Cuándo pensabas decirme lo que hiciste?
Jen y Karla estaba a punto de entrar a la universidad,
por lo que los miembros del Club se reunieron para celebrarlas y de paso, tomar
uno tragos.
-Solo falta Talía para estar completos –decía Jen.
-Todos van a pedir tragos y vamos a tomar hasta vomitar
–dijo Mauricio, mientras le hacía una seña al mesero.
Una vez que todos tuvieron alcohol en sus manos, Tefi
dijo:
-Vamos a jugar, ¡nunca, nunca! –todos aplaudieron.
-¡Queremos emborrachar a Tomás!, ténganlo en cuenta –y lo señaló, Tomás solo
sonreía y se preguntaba cómo rayos se libraría de aquello. Había sido amigo de
Tefi desde hacía más de un año, y aún no lograba descifrar cómo rayos había ido
a parar al Club. Pero ahí estaba, y
pregunta tras pregunta, el alcohol iba entrando a sus venas y se sentía más y
más relajado.
-Ya basta, bailemos –gritó.
Mauricio subió la música a todo volumen y todos se
pararon a bailar.
Tefi se alejó un poco y le llamó a Talía, pero lo único
que escuchó fue la voz del contestador.
Talía fue al día siguiente a casa de Tefi, quería hablar
con alguien y no podía esperar más. Llegó inesperadamente, y como sospechaba,
encontró a Tefi viendo una serie mientras escribía mensajes en su celular.
-¿Qué pasa?, nunca me visitas sin avisar.
Se miraron, y en un instante Tefi pudo ver toda la
tristeza acumulada en los ojos de Talía. La invitó a que se sentara, y ambas se
miraban esperando a que la otra tomara la palabra. Tenían demasiado qué
decirse.
-Yo…-empezó Talía –creo que tengo algo que confesarte –y
miró a Tefi expectante, como esperando a que dijera algo, pero como se mantuvo
en silencio, continúo: -la otra semana, cuando me contaste lo que habías hecho,
en realidad, mi novio también lo hizo; conmigo.
-¿Qué estás diciendo?
-Sí, estoy diciendo lo que crees, mi novio besó a otra
chica.
Tefi no dijo nada, no podía asimilar aquella información,
no viniendo de los labios de Talía, porque recordó que cuando era soltera y apenas
se conocían, le dijo que jamás toleraría algún engaño por parte de los chicos,
que a la primera que le hicieran, los mandaría a la mierda, y ahora estaba ahí,
confesándole que su novio la había engañado y ella seguía con él.
-¿Y lo perdonaste? –preguntó Tefi, aunque ya sabía
perfectamente la respuesta.
Tefi y Mauricio salieron un sábado por la noche con un
amigo de la infancia, fueron a tres bares seguidos y terminaron yendo a la
playa cuando casi eran las 4 de la mañana,
estaban tan borrachos que apenas y podían hablar.
-¡Vamos a meternos al mar desnudos! –decía su amigo, y
Mauricio le siguió el juego, pero Tefi se quedó acostada en la arena, viendo
las estrellas. Sentía que todo le daba vueltas.
Un rato después, su amigo y Mauricio regresaron.
-Tefi, ¿es verdad que ahora tienes novio? –le preguntó su
amigo.
-Yo no tengo novios –respondió, y a pesar de que no podía
ver la cara de Mauricio, sabía que él estaba dedicándole una de sus miradas
llenas de sarcasmo.
-Todo el mundo está enamorado de ella –dijo Mauricio –y resulta que ni siquiera puede tener una relación. A la primera señal de que alguien la
quiere enserio, se va a coger con otros.
Y Tefi no dijo nada, pero aprovechó que los demás no
podían ver su cara para llorar sin pena.
-Qué lástima –dijo su amigo, y le dio una palmadita a
Tefi, que seguía llorando.
-Quiero irme a casa, llévame a casa –le dijo a Mauricio.
Se levantaron, su amigo se fue y Mauricio la tomó de la
mano y no la soltó hasta que llegaron a su destino.
-Tienes que decir la verdad, lo sabes, ¿no? –le dijo él y
ella no dijo nada, pero las lágrimas no dejaban de llegar.
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