Ya nadie llama, ahora solo whatsapps o mensajes en messenger. Si uno tiene suerte quizá un sábado por la noche, o mejor dicho en la madrugada recibirá una llamada de algún fantasma que está lo suficientemente borracho como para atreverse a semejante hazaña.
Soy culpable también, de sentirme sola, aprovecharme de las madrugadas y luego culparlas de mis errores.
Supongo que la verdadera pregunta aquí es cuántos corazones se han roto y no en la madrugada sino al día siguiente. Cuando la luz del sol alumbra la realidad y las dudas de nuevo son parte de nuestros pensamientos.
Una vez un chico me llamó a las 2 am en navidad, para pedirme que por favor me casara con él y que nos fuéramos lejos a empezar una vida. Yo tontamente creí en sus promesas, hasta que al día siguiente no recibí ningún mensaje de su parte y comencé a preocuparme. Hasta que ahí estaba: la casi tangible realidad de que me estaba ignorando, la pared, el corazón roto.
En otra ocasión yo hablé con un chico a las 3 am, después de una noche de muchas copas, para pedirle que por favor fuera a mi casa, que lo iba a estar esperando ya sin ropa. Y no fue hasta el día siguiente, cuando desperté y el chico seguía allí, y no solo eso, sino que tenía sus brazos a mi alrededor, que me di cuenta del error: las llamadas en la madrugada y el alcohol no se mezclan.
Ya lo dijo una vez Ted Mosby: "nada bueno pasa después de las 2 am", y en Sayulita está el letrero que hoy inspira mis pensamientos: "las llamadas a las 4 am te romperán el corazón."
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