-¡Pero mamá!, ¡no quiero que me quiten los sentimientos!
-Sabes que es un procedimiento de rutina, con tu primera menstruación, tenemos que llevarte con el médico familiar, sabes que es necesario.
-¡Entiende que no quiero!, no quiero ser como ustedes, no quiero ser como un robot, yo quiero sentir.
-¿Y qué?, ¿terminar como tu tía Jane?, ¡quieres llorar a diario?, ¿quieres que los hombres se aprovechen de ti?, no seas estúpida y arréglate que nos vamos en 10 minutos.
-No voy a ir mamá.
-¡María deja de decir tonterías por favor y ve a tu cuarto a cambiarte!
-Es que tú ya no sientes, lo has olvidado todo: la emoción de ver a las personas, la tristeza de que alguien se ha ido, el enojo cuando te dicen algo que no quieres escuchar, el asco al ver algo desagradable, ¡tú no sientes nada mamá!, nadie siente nada ya, solo pasan la vida en piloto automático, y no lo entiendo, no vine al mundo para ser una esclava más, para ser como papá que todos los días hace lo mismo: levantarse, ducharse, ir a trabajar, ver la televisión en la noche y dormir. ¡Todos los malditos días mamá!, yo no podría vivir así.
-No tienes opción María, y lo sabes bien.
-¿Y qué hay de la tía Jane?, ella tuvo elección.
-¡María tú sabes bien lo que le pasa a las personas como ella!, son vistas como bichos raros, ¡mírala!, ni siquiera ha podido encontrar un trabajo decente y tiene que conformarse con enseñar danza y apenas sobrevive. ¿Sabes qué hizo tu abuela cuando Jane le dijo que no quería que le removieran los sentimientos?, ¡la sacó de la casa!, porque sabía que una mujer con sentimientos no tiene lugar en este mundo. María, ¿tú quieres ser como Jane?, un mujer caprichosa y enamoradiza, que apenas y puede controlar el llanto a la primera provocación, una mujer que ha sido usada incontables veces por hombres que dicen amarla y luego la dejan al saber que sus sentimientos son tan fuertes. María, esto es por tu bien y lo sabes.
-Mamá, ¿no te arrepientes a veces?
-Nunca. Soy una mujer exitosa: te tengo a ti, a tu hermano, un trabajo y una rutina. ¿Qué más puedo pedir?
-¿Eres feliz mamá?, ¿recuerdas cómo se siente la felicidad?
-María, ya por favor, deja de decir tonterías y ve a tu cuarto.
-Iré a mi cuarto mamá, pero no será para cambiarme y disponerme a ir a la cita con el doctor Pérez. Cuando regrese será con una maleta en la mano. Quizá tú no recuerdes lo que es la felicidad, pero yo quiero seguirla sintiendo, aunque tenga que experimentar también un montón de emociones no tan placenteras. No sé cuándo vaya a morirme, pero no puedo seguir adelante sabiendo que seré un robot, así que prefiero ser como la tía Jane y sentir demasiado, a ser como tú. Al menos así sabré que sigo viva.
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