Después de 4 meses de espera Ryan volvió a hablarme y fue como si el tiempo ni siquiera hubiera pasado, fue como si hubiéramos estado esperando a que el universo dijera: ok, aquí es, este es el momento. Y de nuevo, mensajes todos los días, y un "¿quieres un té?, ¿quieres un libro?, mira este poema", y un "nos vemos mañana por la noche", y luego, el tiempo de nuevo mete su cuchara y hace que por una cosa u otra no podamos vernos. Y entonces, después de dos meses, y justo en la misma noche, hace la aparición otro hombre, uno del que creo que no he hablado nunca aquí, no recuerdo, vamos a llamarle Óscar.
Óscar tampoco me había hablado en meses y de repente, "¿dónde estás? vamos de fiesta esta noche", y yo, que ya estaba empezando la fiesta, dije, "estoy en ... si vienes te veo un rato más", "ok"
Y a eso de la 1am, apareció en medio de la pista de baile, vestido casi como un vagabundo, y dijo "hola" mientras me abrazaba, lo tomé de la mano y bailamos por horas, Ingrid, mi mejor amiga, nos vio juntos y sonrió (más que nada porque ya estaba muy borracha) y dijo "bésense", y nos reímos. Luego de bailar por un rato más, me dijo "vamos por un agua" y yo lo seguí, en algún punto del camino me detuve y toqué su cara, se río, me reí, y luego lo besé. Óscar es la debilidad más grande que he tenido desde hace años. Sé que no me trae nada bueno, sé que nunca vamos a salir, sé que nunca será algo serio por más que me guste, pero no puedo evitar verlo y pensar, "dios, qué irresistible es", ¿alguna vez te ha pasado algo así?
Es como si todo mi peso de repente saliera de mi cuerpo y entonces soy capaz de flotar, pero el aire no me deja volar libremente, sino que me lleva siempre directo a él.
Entonces, esta mañana, mientras salía de casa de Oscar con el maquillaje corrido y el pelo alborotado, pensé, ¿Qué rayos está pasando?, y, ¿por qué las cosas no pueden ser constantes.
Debes darle tiempo a las cosas para que cambien:
como una flor que esperabas que floreciera por meses, como el pastel que se mete al horno y de repente, las horas de esfuerzo están ahí: frente a ti, como años de estudio, como sinapsis en las neuronas, como ejercicio todos los días, como el polvo en los zapatos, como cortarse el pelo y luego verlo crecer, como mensajes que llegan meses después.
Todo pasa cuando debe.
Al menos eso he escuchado una y otra vez, sin parar, en repetición. Y yo me pregunto, ¿será que en la espera se me irá la vida?, ¿será que debo simplemente hacer que las cosas pasen?, y, ¿cómo?
muchas preguntas y pocas respuestas, al menos, hoy no las hay.
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