miércoles, 29 de marzo de 2023

Volver a escribir

 No he podido escribir últimamente, el trabajo me consume por completo, la vida de adulta, las responsabilidades inundan mi cabeza y le quitan el espacio a mis ideas. Hace unos meses leí que las ideas son como pequeños fantasmas que andan rondando el mundo en busca de alguien que las lleve al plano real. Pues bien, ninguna idea ha venido a visitarme últimamente, y es que mi puerta esta apenas abierta, no hay espacio para la creatividad en estos días. Soy yo la que tiene que hacer un espacio, dejar al lado mi teléfono al que me siento adicta, dejar al lado la procrastinación y empezar a ir hacia adentro. Necesito del silencio, pasar un tiempo con todas estas voces que solo se pueden escuchar una vez que estás enfocada y con los ojos cerrados y en un lugar tranquilo.
Respirar y dejar ir todos estos pensamientos que me repiten que no soy lo suficientemente buena para cumplir mis sueños, que el tiempo pasó, ya no soy la adolescente que tenía palabras para repartir e historias que contar aquí y allá.
Ahora entiendo porque la mayoría de las obras que más me gustan están hechas por personas jóvenes: porque cuánto más jóvenes somos más tiempo libre tenemos, menos responsabilidades, tenemos tiempo solo para pensar y encontrarnos y así, claro que las ideas vienen corriendo a nosotros.
Eso no quiere decir que por ser una persona mayor y ocupada no se pueda ser una persona creativa, o al menos eso quiero creer. Tengo que demostrarme a mí misma que puedo hacer tiempo para mi arte, para dejar que el canal se abra y las ideas y palabras entren a mí, me posean, y de ello salga algo que admirar. 
Poco a poco.
Dicen que el primer paso es darse cuenta, y eso ya pasó, ahora, es tiempo de volver. 

jueves, 23 de marzo de 2023

Estefanía

Estefanía creció con una mamá y ya, no figura paterna, pero sí una mamá que se aseguró que cada uno de sus pasos no fuera peligroso. La sacó finalmente al mundo donde le dijo: "ok, aquí vas, haz tu mejor esfuerzo", pero Estefanía no tenía idea de lo que la esperaba. Y es que el mundo no es tan simple como los brazos de mamá, ojalá lo fuera. 

Asistió a muchas fiestas y eventos y tenía vestidos para toda ocasión y siempre estaba de lo más elegante, siempre a la par de sus colegas y amigos, pero en el fondo, no sentía que fuera suficiente, porque debajo de esa ropa elegante aún tenía puesta a ropa de cuando era niña, y no la dejaba luberarse del todo, ser libre de aquello que le habían dicho que debía ser: pura, inocente, cuidadosa. 

Un día entró a un castillo donde no estaba el príncipe que tanto buscaba, sino un rey convaleciente, postrado en la cama y retorciéndose de dolor. Asustada por aquella visión, no pudo hacer nada más que correr en dirección opuesta. No estaba preparada para ayudar, y lo que no sabía, es que si al menos hubiera preguntado: "¿qué puedo hacer por ti?", las cosas hubieran sido diferentes. Ayudando a los demás nos ayudamos a nosotros mismos, pero ella no lo sabía aún. Entró al castillo y se maravilló con las copas y los cuadros, las joyas y los candelabros relucientes, pero debajo de toda esa riqueza, yacía un rey moribundo. 

Y como no estaba preparada, no pudo quedarse en el castillo, ni ayudar al rey que sí tenía un hijo esperándola. 

Le dijeron, "por favor, sal de aquí y no regreses hasta que estés lista".

Qué confuso, más no tuvo opción, Estefanía entonces emprendió su viaje hacia el conocimiento, un viaje que a final de cuentas le permitirá ir hacia adentro, conocerse verdaderamente y la hará estar lista para ayudar a los demás, para no permanecer inmóvil ante el dolor ajeno. El viaje no será fácil, porque nada en el mundo lo es, y tendrá que aprender a quitarse la ropa que ha estado usando desde que era una niña, y a dejar atrás todo lo que su madre le enseñó. 

Será un viaje largo, el regresar a casa, porque en algún punto comprenderá que casa es ella misma. Y entonces el castillo aparecerá de nuevo, y estará lista.

miércoles, 22 de marzo de 2023

Quita las manos de mi chica

 Cuando era apenas una adolescente tratando de descifrar el mundo y a mí misma al mismo tiempo, tenía muchas dudas, y sí, aún las tengo, pero en ese entonces, el mundo parecía tan grande y yo tan pequeñita. Y también me daban miedo muchísimas cosas: me importaba demasiado lo que pensaran los demás de mí. 

Me di cuenta de que me gustaban las mujeres cuando tenía 13-14 años, y lo sé perfectamente porque en mi diario dice algo así como "¿soy lesbiana?", porque en ese entonces yo pensaba que solo existían dos extremos: o ser heterosexual u homosexual, no había un punto medio. Me la pasaba viendo series y películas acerca de lesbianas o chicas que de repente se sentían atraídas por mujeres, me sentía identificada al máximo. Y me sorprende que mi mamá nunca sospechó nada, porque de verdad, lo único que hacía era ver este tipo de películas. 

OK, pero ahora pasemos a mí yendo a la prepa. Para este punto ya me había dado cuenta de que SÍ existía un punto medio, y yo habitaba en ese espacio: la bisexualidad. Nunca le escondí a nadie que me atraían las mujeres, excepto claro, a mi familia, pero es que nunca actúe ni hice nada con una chica. Quizá fui demasiado cobarde o quizá simplemente nunca me gustó alguien lo suficiente. 

Pero hoy quiero hablar de alguien que sí me gustó, y su nombre es Kassandra. Ella iba en el mismo grado que yo pero en diferente salón, nunca hablé con ella, ni una palabra, pero siempre la veía y pensaba: wow. Con sus extensiones de pelo, y sus ojos mal delineados y sus faldas ultra cortas. Ok, quizá no tenía el mejor gusto en mujeres, y todo fue para bien.

A lo que quiero llegar es que últimamente he estado pensando de nuevo en esta Janeth confundida, que cuando tuvo la oportunidad abrió Tinder y puso que le gustaban las chicas y fue a citas, pero nunca nada pasó. Solo un beso, un beso corto y confuso en Guadalajara. Y ahora cuando pienso en tener una relación con una mujer me parece imposible, porque, creo que finalmente después de tantos años lo descifré: las mujeres no me atraen en sí, solo es la idea de ellas, fantasear con ellas, pero de eso a que un día vaya a tener una relación con una mujer, no, no lo creo. No creo que el rumbo de mi vida vaya en esa dirección tampoco.

Pero bueno, me disculpo al fin con todas las chicas con las que salí y nunca concreté nada, y es que ¡no tenía idea de lo que estaba haciendo!, pero ahora lo sé, y ya no volveré a engañar a nadie, menos a mí misma diciéndome que estas relaciones van a algún lado. 

viernes, 17 de marzo de 2023

El cuerpo no olvida

 Ayer vi a unos niños jugar en la playa,
vi a mis amigos montar las olas,
y a un pequeño perro saltando en el agua. 
Me hizo pensar en las cosas que nunca hice,
cuando era niña nunca iba a la playa,
era como si mi familia tuviera miedo. 
¿De qué?
Ahora incluso aún tengo un poco de miedo
cuando entro al agua lo hago con mucho cuidado 
y si veo una ola grande mi cuerpo tiembla. 
Es increíble como heredamos incluso el miedo,
cómo sin saberlo mantenemos secretos en la piel 
y vamos por la vida con los ojos cerrados 
y tocando todo con la punta de los dedos
tratando de encontrar sentido. 

Hace 6 años vi a mi abuela morir. 
Me levanté con la sensación en el estómago 
de que algo malo había pasado. 
Y aún años después
esa sensación se hace presente 
en los 16 de marzo. 
Es verdad lo que dicen:
el cuerpo guarda en dolor, guarda lo bueno
pero también lo malo, y lo saca
aunque no estemos listos. 

Ayer vi a mis amigos nadar e ir detrás de las olas 
y me pregunté si algún día yo podré hacer lo mismo
sin tener miedo.