Hice un pacto conmigo misma y firmé convencida: me dije que aceptaría las cosas así como vinieran, que debía de dejar de hurgar en la bolsa del pasado y que debía dejar cicatrizar mis heridas.
Todos los días antes de mi pacto era como si me echara a mi misma aceite caliente en las heridas: solo para sentir algo, solo para volverlas a abrir y llorar por el dolor físico y no por el emocional. Pero un día, cuando realmente me queme y me descubrí corriendo en círculos sentí que finalmente había comprendido todo; la que siente dolor soy yo, y solo yo tengo el control de él, solo yo puedo decidir si curarlo o tocar la herida a cada instante, como un constante recordatorio de que el dolor no iría a ninguna parte, pues vive en mí.
Así que hice un pacto conmigo. Me dije que daría oportunidad a que cosas nuevas pasaran, a descubrir si podría volver a ser yo misma: y me encontré ese día frente al espejo y finalmente pude limpiarlo y ver que detrás de toda esa suciedad estaba yo, siempre estuve ahí. Y cuando pude volver a hablar me sentí tan bien que la palabras de mi boca comenzaron a darme satisfacción. Y mis manos crearon cosas de las que no me sabía capaz, y mi cabeza, aun siendo un embrollo, se comenzaba a desenredar poco a poco. Y bloqueé toda la negatividad, dejé de asomarme a abajo de la cama en busca del monstruo que sé que está solo en mi imaginación.
Todo empezó a cambiar.
El mundo comenzó a girar de nuevo. Trazó un camino para mí y yo no tuve miedo de volver a andar; estaba lista.
Y justo cuando di el primer paso: pude ver que delante de mí estaba aquello que más temía. Y fue como si un montón de flashbacks se amontonaran en mi cerebro: grité y lloré.
Y corrí. Finalmente corrí. Porque si el universo funciona de forma retorcida, seré aun más rápida, seré aun más lista: voy a vencerlo. Y convertiré al tiempo en mi aliado: dejé de tenerle miedo.
Y no me voy a esconder del pasado, porque así no funciona. Porque él está ahí para enseñarme las cosas que me hicieron daño, para recordarme los momentos buenos y malos: porque soy un todo, y el pasado no me puede seguir atormentando así.
Aquí está la oportunidad. Depende de mí.
Y no me voy a esconder del pasado, porque así no funciona. Porque él está ahí para enseñarme las cosas que me hicieron daño, para recordarme los momentos buenos y malos: porque soy un todo, y el pasado no me puede seguir atormentando así.
Aquí está la oportunidad. Depende de mí.
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