Tú que creíste que habías encontrado el amor a los 17, luego a los 21. Te encuentras una noche llorando, anhelando abrazos que son temporales, pensando en lo que podría ser.
Le pides al universo, a Dios si es que existe, que te mate mientras duermes, que por favor se apiade de tu corazón sentimental que se enamoró en una noche, que con un beso se olvidó del pasado.
Le pides no volver a abrir el baúl de los recuerdos y tampoco los ojos.
Tú que te volviste a enamorar aún cuando tu mejor amigo te lo advirtió. Maldices cada segundo que pasa lejos de ti, seguramente encontrará a alguien más y tú también. Pasó sobre tu pequeño pueblo y te lanzó un beso que se desvió con el aire y tú tratas de ir a alcanzarlo pero te cansas a medio camino.
El sol no alcanza a iluminar el camino y las estrellas deciden apagarse justo cuando estás a punto de lograrlo.
Tú que crees que el amor se esconde de ti, le pides a las estrellas que se junten, que se vuelvan una y te digan la verdad.
Cierras los ojos, quizá no despiertes.
Quizá mañana serás la estrella más brillante en el cielo
y así podrás estar más cerca de él.
Quizá.
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