Todo el mundo pensaba que J y yo nos conocíamos de por vida, porque él siempre me estaba haciendo bromas o abrazándome sin razón aparente.
Luego, yo tuve un novio y él una novia, y así estuvimos muchísimo tiempo, hasta que un día, ya en los últimos semestres, él -finalmente- me invitó a salir.
Pero nada se concretó porque yo no estaba segura, y cuando por fin me decidí, él ya no quería nada.
La típica historia de "me gustas y ahora ya no te gusto, te gusto pero ahora ya no me gustas"
Anoche, después de lo que me pareció una eternidad, volví a ver a J y me di cuenta de algo: él es Jake Peralta y yo soy Amy Santiago.
Así, tal cual. Por eso cuando nos vemos es tan fácil hablar y estar con él. Nunca paro de reírme y él solo me ve con unos ojos que no pueden ocultar que le parezco la criatura más rara del universo.
Y así funciona: para no arruinar las cosas yo dije que jamás saldría con un psicólogo y él dijo que a fin de cuentas íbamos a terminar por casarnos a los 38 años (mis 38, porque él es 1 año menor).
Ni más ni menos: creo que jamás vamos a estar juntos, pero de vez en cuanto J aparece en mi vida para alegrarla y recordarme que el amor es simple, que se trata de reír sin parar y caminar de la mano con una sonrisa que ni el frío borra.