-Abuelo -Le dijo un día caluroso de abril - ¿Puedo preguntarte algo?
-Pequeño Jorge, sabes que puedes preguntarme lo que quieras.
Después de un largo rato mirando al horizonte, Jorge miró de nuevo a su abuelo, sentado en su silla favorita, color negro y con una almohada entre sus piernas, ¿cuándo volvería a verlo?, no sabía, en dos días partiría por tres meses a Dinamarca, y los doctores no le habían dado buenas noticias. "Jorge, tu abuelo no aguantará mucho y lo sabes, deberías empezar a despedirte de él". Y, ¿cómo se supone que uno se despide para siempre de aquellos que ama?
Porque amaba a su abuelo, él le enseñó todo lo importante en la vida: "trabaja, come sano y diviértete todo lo que puedas, ah, y toma vacaciones por lo menos una vez al año, Jorge soy viejo pero sé lo que te digo: el amor es lo más valioso en esta vida, no lo pierdas por tonterías"
Cuando sus padres murieron, Jorge encontró consuelo en los domingos con su Abuelo, y ahora que eso acabaría también, ¿qué más le quedaría?
-¿Jorge? -dijo entonces su abuelo -¿estás bien?, ¿qué querías preguntarme?
Jorge tenía tantas dudas, pero no sabía ni por dónde empezar.
-Estoy bien abuelo, solo, no sé, quiero saber más acerca de tu vida.
-Muchacho, pero si ya lo sabes todo de mí -Jorge río bajito, su abuelo entonces también sonrío. El celular que estaba en la pequeña mesita del centro comenzó a sonar. -Vamos, contesta, no te detengas por mí. -Jorge se levantó de su asiento, tomó el celular y se alejó unos pasos, dio varios sí con la cabeza y luego colgó. -¿Todo bien?
-Era Linda, ¿te acuerdas de ella?, vino hace dos Domingos.
-Pues claro, ¿cómo se me va a olvidar la única novia a la que me has presentado? -Luego de unos minutos en silencio, su abuelo lo miró y frunció las cejas. -Jorge, ¿vas a casarte pronto?, me gustaría ir a tu boda.
Aquella pregunta tomó a Jorge por sorpresa. ¿Casarse?, si apenas tenía 26 años. En realidad ya se le había pasado por la cabeza, a veces en las reuniones con amigos, de broma decía que iría a cualquier joyería y compraría el anillo más caro para Linda. Pero cuando paseaba por el centro, las joyerías era en lo último en que pensaba, incluso evitaba mirarlas.
-Abuelo, ¿cómo supiste que mi abuela era la indicada? -su abuelo sonrió ampliamente, pensar en Amalia le llenaba el corazón -Llevo 5 años con Linda, somos felices, pero algo dentro de mí tiene miedo, ¿y si no es la indicada?
-Te voy a contar la historia de cómo conocí a tu Abuela Amalia, así quizá entiendas que el amor es más simple de lo que piensas.
Era 1954. Acaba de llegar a la ciudad y tenía 18 años. No conocía a nadie y había conseguido un buen trabajo en una fábrica, así que sabía que si trabajaba lo suficiente, lograría comprar una casa y tendría la vida que tanto había soñado. Cada martes salíamos temprano del turno, a las 6 pm, así que unos cuantos nos reuníamos en el bar que quedaba a la vuelta de la esquina. Pronto fuimos 5 muchachos los que hicimos de aquella nuestra tradición: Martín, Daniel, Moisés, Eliud y yo. No buscábamos nada en especial, solo queríamos divertirnos, pero pronto mis cuatro amigos conocieron chicas y terminaron perdidamente enamorados. Así que me quedé solo, pronto los martes en el bar se fueron espaciando más y más. Hubo días en los que simplemente quería rendirme y regresar al pueblo, pero no podía, había una fuerza que no me lo permitía, así como tú, perdí a mis padres a temprana edad, así que no tenía motivos reales para regresar.
Un fin de semana mis amigos y yo decidimos ir a la ciudad vecina el fin de semana. Alquilamos un coche grande y tomamos el camino, íbamos cantando canciones a todo pulmón, lo recuerdo como si fuera ayer. De repente, en una curva, vimos un coche echando humo, bajamos la velocidad y vimos a una pareja discutiendo a su lado, se gritaban cosas como "esto es tu culpa", "eres un idiota", "no sé por qué estoy contigo", cuando la chica nos vio, nos hizo una seña con las manos indicándonos que nos detuviéramos. Todos nos volteamos a ver, yo dije "me voy a bajar a hablar con ellos, ya vuelvo", y 5 minutos después la chica venía conmigo y se subió al coche con una sonrisa angelical. "Amalia", dijo a modo de presentación y yo no podía creer lo hermosa que era. Solo nos tomó ese fin de semana para enamorarnos como dos locos.
"Otros chicos me han dicho que me quieren, pero no tan rápido como tú", me dijo al final del viaje. Le pedí su teléfono y no quiso dármelo, entonces le sonreí y le dije seriamente "no me importa, te voy a encontrar, así tenga que esperar por mucho tiempo, pero te voy a encontrar"
Pasaron días sin saber de ella, mis amigos dijeron que era un idiota por no haber insistido para conseguir su número. Yo estaba a punto de cumplir 19 años, y estaba enamorado sin remedio después de solo dos días, así que no perdía la esperanza.
Finalmente, un martes y después de 1 mes, apareció como sin nada en el bar. Le pregunté cómo me había encontrado. "Le pedí el número a todos tus amigos, ¿crees que iba simplemente a perderte?, pero quería esperar y saber que no estabas solo jugando, sé que me esperaste todos estos días", "y esperaría muchos más", le respondí con una sonrisa que no podía controlar, en cuanto la vi, sentí que mis venas transportaban amor y no sangre.
No nos volvimos a separar. Sé que tuve suerte, de no haberse descompuesto el coche con el que viajaba con su entonces novio, de no haber planeado ese viaje a la ciudad, quién sabe dónde estaría ahora.
-Jorge, nunca en mi vida estuve más seguro de algo como cuando conocí a tu abuela. Sentía que estaba en el paraíso cuando estaba con ella, la sangre en mi venas se deslizaba con una felicidad que no puedo explicarte. El amor verdadero no se anuncia, no se busca, simplemente llega y te toma con la fuerza de un huracán; sabes que después de eso nunca volverás a ser el mismo.
Jorge sintió cómo las lágrimas estaban por llegar, su abuelo lo abrazó.
-Gracias Abuelo, justo ahora me siento en el paraíso -y sonrió como nunca lo había hecho.
lunes, 20 de abril de 2020
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