Tefi se acostumbra, poco a poco, a pasar las noches en casa de Rodrigo. La rutina es que él pasa por ella, cenan la comida más grasosa que encuentran en la calle, y luego van a la cama donde ven videos y hablan hasta quedarse dormidos. A veces Tefi se preocupa por Rodrigo, lo ve haciendo una droga y luego otra, le dice que pare pero él no hace caso, solo se ríe y luego se avienta en la cama, sobre ella.
Todo va bien hasta que una noche Tefi entra al baño y encuentra la envoltura de un condón. No sabe qué hacer, ¿confrontar a Rodrigo?, ¿dejarlo pasar?, pero se conoce bien y sabe qué no podría dejarlo pasar. Así que regresa al cuarto y se sienta en el borde de la cama, ve a Rodrigo fijamente y sonríe: es tan lindo, con los ojos verdes y su piel bronceada y su corte de pelo que a veces le gusta y a veces no. Y luego piensa que Rodrigo a penas va a cumplir 21. “¿Qué estás haciendo realmente Tefi?”
“¿Estás bien Tefi?” Y ella asiente y luego lo besa. Tefi lo desviste y aunque no dice nada, está segura de que está será la última vez que lo verá. Se aferra a él tanto cómo puede y duerme deseando que no se le olvide ni un detalle. Al día siguiente se va antes de que Rodrigo se despierte y aunque quiere llorar no se lo permite. Solo se va en silencio.
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