"Empecemos una revolución" dijo.
Y yo lo miré fascinada.
"Cambiemos el mundo, de la manera más simple y concreta,
sé que podemos lograrlo."
Salió un momento de la habitación,
y creí que ya no regresaría,
hasta que un rato después volvió con una pancarta en las manos.
Decía Ámate en letras grandes.
"La más poderosa de las revoluciones" dijo finalmente.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Que bonito!
Gracias Luis ❤️
Publicar un comentario