lunes, 20 de septiembre de 2021

Lo recuerdo ahora

 Julia ha estado en cama durante el fin de semana, solo se ha levantado cuando tiene que ir al baño. Su estómago le suplica por comida pero ella se rehúsa a hacerle caso, ha estado durmiendo, cuando su cuerpo no puede dormir más recurre a pastillas. Es domingo por la tarde, han pasado más de 20 horas, Julia se despierta de nuevo y toma su celular de la mesita de al lado, tiene 1% de batería así que lo conecta a la corriente y luego cierra los ojos. 

*

Dos días antes, el viernes por la tarde, se reunió con José en el café donde se conocieron, él estaba sentado en una de las mesas del fondo, vestía un traje negro, "demasiado formal", pensó Julia, y luego se vio en un pequeño espejo mientras caminaba, traía un vestido rosa palo que le llegaba hasta las rodillas, botas negras y el cabello, agarrado en una coleta baja. "¿Por qué José está vestido así?", se preguntaba una y otra vez. Él la vio y se paró casi instantáneamente. 

-¿Cómo estás? -mientras abrazaba su cuerpo con sus manos y la besaba en el cuello, dulcemente.

-¿Qué pasa? -mientras señalaba su atuendo.

José lanzó una risita apenas audible y luego se sentó. Julia también se sentó. La mesera les tomó la orden y el silencio reinó por unos minutos.

-¿Vas a explicarme?

José dijo que sí con la mano. Luego se acercó a ella y  la besó, apenas rosándole los labios. 

-Me estás preocupando José, estás muy raro.

La mesera llegó con dos cafés y un pequeño pie de limón. Julia miró a José confundida.

-Nosotros no ordenamos nada de comer.

José se encogió de hombros y le dio un largo trago a su café. Suspiró. 

-¿Vas a comer? -le preguntó a Julia y ella no respondió, pero tomó una pequeña cuchara y partió el pie por la mitad. José contuvo el aliento mientras lo hacía. Julia comprendió todo cuando sintió algo duro en medio del pie. 

-¡José! -gritó, llamando la atención de todos en el café. La mesera se asomó curiosa para ver la reacción. Julia se cubrió la cara con ambas manos y comenzó a llorar. José sonrió ampliamente. Tomó el anillo escondido en el pie y lo limpió con una servilleta, y justo cuando estaba a punto de arrodillarse a su lado, Julia lo detuvo con un gesto. -José, no entiendes. No me puedo casar contigo.

El corazón de José se detuvo por un instante. ¿Había escuchado bien?

-Pero, ¿qué dices?

-José, no me puedo casar, lo siento, esto...lo siento, todos los están viendo, me siento ridícula.

José tomó el resto de su café mientras observaba fijamente a Julia. Alzó las cejas, esperando una explicación.

-Si te sientes ridícula, imagina cómo me siento yo. Julia, no lo entiendo, hemos estado juntos por 4 años, casi vivimos juntos, te he apoyado en todas tus decisiones. Creí que esto era el paso siguiente, no lo entiendo. Explícame por qué no te puedes casar conmigo.

*

Julia abre los ojos de nuevo, tiene lágrimas secas. El teléfono comienza a sonar, es José. Julia suspira y contesta en altavoz.

-¿Estás bien? -pregunta él.

-José, lo siento, no sé cómo puedes seguir hablándome. 

Tras una larga pausa, José suspira y luego vuelve  a hablar.

-¿Sabes qué he estado haciendo estos dos días?, he estado vuelto loco, pensando en qué momento no me di cuenta, si nos pasábamos la mayor parte del tiempo juntos, dormías en mi casa o yo en la tuya, y aún así, fuiste capaz de ver a alguien más. Al principio todo estaba borroso, solo lograba recordar las cosas lindas que habíamos vivido juntos. 4 años a la basura, me repetía una y otra vez. Pero después de horas y horas, logré recordar. Julia, lo recuerdo todo ahora: el día en que te enfermaste de repente, cuando te ibas a casa de tu mamá y te llamaba y contestabas hasta tarde, los mensajes que contestabas cuidando que yo no viera, tu celular en el baño, las veces que decías estar cansada y los pretextos que usabas para no hacer el amor. Todo era por él, ¿no es así?

-José, yo...

-No digas nada Julia, esta es la última vez que te llamo. Solo quería saber que estabas bien. No sé cómo no pude darme cuenta, ¿sabes?, supongo que estaba locamente enamorado de ti, mientras tanto tú salías con alguien más. Qué idiota, soy el mayor idiota del mundo, y lo peor es que estas cosas pasan todos los días, ¿no?, ¿por qué no pudiste solo decir que sí?, ¿por qué no te casaste conmigo y lo dejaste todo atrás?, ¿estás enamorada de ese imbécil?

-José...

-Sabes qué, no me respondas, claro que estás enamorada de él, sino porque ibas a confesar. Quiero recordar por qué me enamoré de ti pero ya no puedo. Ahora solo recuerdo cómo me engañaste de las formas más simples. 

-Lo siento.

José cuelga y Julia cierra los ojos mientras las lágrimas caen. Estira la mano y toma el bote de pastillas para dormir, se toma dos y espera a que el sueño llegue, en algún momento, tiene que llegar. 

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