Veo a mi amiga Samantha después de tres semanas
se siente como una eternidad
le digo que me quedan tres semanas exactas para irme
le cuento cómo todos a mi alrededor me piden que me quede
cómo a veces mi corazón quisiera permanecer aquí.
Pero sé que ésta no es la vida real
sin trabajo
sin rutina
sin pacientes ni alumnos ni amigos de la infancia.
Siempre he sido dos en una: la Janeth que ama el mar y la Janeth que ama la ciudad. La Janeth que quiere amor y atención con todo el corazón y la Janeth que no puede aceptarlo y quiere huir a la primera.
¿Qué voy a hacer?
Ayer fui a comprar unos audífonos en el centro de la ciudad
entré a una tienda de electrónicos, la primera que vi
elegí los equivocados y no me di cuenta hasta que llegué a casa
y cuando fui a caja, el corazón se detuvo: ahí, frente a mí, un hombre con cubrebocas y ojos rasgados.
Volví automáticamente a mayo y pensé “Dios, cómo lo extraño, como fue que de entre tantos hombres y lugares terminé aquí, frente a uno que me recuerda al que más he amado”.
Salí de la tienda llorando, me senté en una banca y pensé en cómo jamás podré volver a hablar con él.
Cómo será mi cumpleaños y no tendré un mensaje, ni un pastel.
Supongo que estoy por tener mi periodo, éstas cosas pasan, la nostalgia se apodera de mí y me hace ver señales donde no las hay y me habla en sueños y me obliga a hacer las cosas más tontas.
Tomé café
me hace daño
no puedo dormir aunque estoy muy cansada
los recuerdos se meten por debajo de la puerta y un hombre, a miles de kilómetros de mí, tiene un escalofrío porque una mujer piensa en él y le manda amor.
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