Vamos a ver, vamos a poner la cosas sobre la mesa, o las cartas, lo que tenga que ponerse.
La cosa es: soy culpable, me gustan los idiotas. Esos que sabes que no van a ser buenos, los que cancelan planes a ultimo minuto y son difíciles de quebrar, de llegar a su centro, al porqué de su conducta. Y, ¿por qué?
Tengo el complejo de la salvadora. Quiero cambiarlos, quiero que la fantasía que he visto en novelas y películas y series se haga realidad: quiero que cambien por mi y para mi. Pero lo más gracioso de esto es que sé que no va a pasar, no hay manera de cambiarlos, van a seguir comportándose como idiotas, porque a final de cuentas, ¡son idiotas! Y yo seguiré aquí, escribiendo acerca de cómo paso mis tardes con ellos, esperando mensajes que no llegan y pensando, ¿por qué? Qué tan jodida de la mente tengo que estar para no aprender la lección.
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