Fui a comer, llovió fuertísimo y tuve que esperar mientras un tipo me intentaba sacar plática y me mareaba. Regresé a casa antes de lo planeado, no podía abrir la puerta como siempre, y entonces alguien me abrió.
Alguien a quien no había visto en las semanas que llevo viviendo aquí y le dije “hola, ¿vives aquí?”, y dijo que si y nos quedamos platicando, me dijo “¿quieres tomar algo?” Y dije que sí, entré a mi cuarto y salí rápidamente, fuimos al seven eleven aquí cerca, compró 12 cervezas en total. Nos sentamos en la terraza y hablamos aún más y fue entonces cuando me di cuenta de que no tenía llaves, “no tengo llaves, las dejé en el cuarto”, mierda, hay que hablarle a un cerrajero, ok, son 300 pesos. Ok. Mi cuarto está abierto, vamos a cenar, pero es tarde, vamos por quesadillas, ok. Y más hablar y hablar hasta, no recuerdo hasta que hora. Y hoy fuimos al zoológico y luego vino a mi cuarto y vimos cómo entrenar a tu dragón.
Las cosas más aleatorias de la vida pasan cuando menos las esperas. Es domingo y me siento 10 años menor, es domingo y no duele por primera vez en semanas. Estoy bien, todo está bien.
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