Un buen día, una pequeña niña se levantó y comenzó a caminar por el bosque, y se adentró tanto que pronto comenzó a sentir que estaba perdida.
"¿Será que este es mi fin?" se preguntó, hasta que, de la nada, fue a parar a un sendero donde dos caminos se abrían frente a sus ojos. La niña entonces tuvo que tomar la difícil decisión de elegir un camino.
Se quedó ahí parada un buen rato hasta que vio que el sol se comenzaba a meter.
"Pronto estaré en completa oscuridad, será mejor que me decida pronto", así que tomó una piedra, cerró los ojos, dio unas cuantas vueltas y la lanzó.
Cuando los abrió de nuevo descubrió con gran asombro que al dar vueltas había estado a punto de caer a un pozo, pero se salvó por un pelito de rana. Cuando menos lo pensó se dio cuenta de que la piedra no se veía por ningún lado, así que decidida a seguir con su camino, volvió a cerrar los ojos y esta vez dio solo tres vueltas y señaló con el dedo índice. Cuando los abrió, para su sorpresa su dedo apuntaba justamente a la mitad.
"¡Esto debe ser una broma!" gritó, y se asustó mucho cuando una voz le contestó "ya déjate de tonterías y decide", "¿Acaso no ves?" le respondió ella, "aquel camino que no tome será desconocido para mí por siempre, ¿me voy a preguntar toda la vida cómo pudo haber sido?, o que tal que voy a medio camino y cambio de idea pero ya es muy tarde."
La voz entonces rió bastante y finalmente le dijo "Querida niña, no importa cuánto tardes o lo que decidas... porque eso que acabas de describir, es la vida misma".
martes, 27 de agosto de 2019
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario